Estamos en unas semanas en las que los padres que van a escolarizar a sus hijos tienen que tomar una decisión y la escasez de nacimientos en los últimos años está provocando que los centros escolares, principalmente los que no pertenecen a la red pública, se hayan metido de lleno en lo que podríamos llamar la caza del niño. Como el mercado veraniego en el fútbol, pero con el desembolso en este caso a cargo de los bolsillos de los progenitores. La población infantil se ha ido reduciendo de manera significativa y muchos colegios que antes no contaban con plazas suficientes para atender a la demanda –no son pocos los padres y madres que han llorado por no poder llevar a sus descendientes al centro que deseaban y unos cuantos también hicieron trampas para asegurarse el máximo de puntos posibles por la cercanía del domicilio al colegio elegido– ahora se encuentran con aulas que se les quedan vacías –en muchos casos, poco tiempo después de haber aumentado las plazas–, con lo que ello supone de merma en sus cuentas y con el riesgo de amenazar sus proyectos de futuro, como ocurre con algunos colegios públicos que podrían acabar fusionándose. Campañas publicitarias, jornadas de puertas abiertas, visitas personalizadas, atención cercana... La caza del niño ha comenzado.