Como más o menos todos los habituales de nuestro amado templo del cortado mañanero vivimos y pacemos en el mismo barrio, en nuestros buzones llevamos ya un par de semanas recibiendo cartas de amor por parte de los partidos políticos. Maider y Ainhoa han sido las prímer. Pero, evidentemente, esperamos al resto más pronto que tarde. Alguno de los viejillos pensaba que como lo del contacto postal ya estaba en marcha, igual lo de ir a las urnas tocaba en unas semanas. Pero no, oiga, hasta finales de mayo vamos a tener que echarle paciencia para no morir en el intento. Como sostiene nuestro querido escanciador de café y otras sustancias, lo mejor de esta época es lo que nos aman y lo felices que nos quieren hacer todos. Además, oiga, qué caras más simpáticas, fotogénicas y bondadosas ponen en estos contratos con la nada que la mayoría de los viejillos, todo hay que decirlo, reconoce guardar con mimo en el sitio donde tiran el reciclaje de papel. Porque semos demócratas pero también amantes del medio ambiente. Lo único terrible de verdad en todo esto es tomarse demasiado en serio lo que viene. Por fortuna, entre estas cuatro paredes hasta los muy cafeteros de la cosa pública saben que la política es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.