uando tenemos la regla, no montamos en bici superfelices y cantando como sale en los anuncios de la tele. A la mayoría nos duele la cabeza, y mucho, durante dos o tres días. Cuando te agachas parece que te va a estallar. Hay días que sangras tanto que tienes que ir al baño cada hora. Y con la vacuna del covid, para muchas la regla se ha convertido en una tortura porque el sangrado es mayor todavía y más irregular. Vamos, una fiesta. Así, una vez al mes durante una semana, y durante unos 40 años de tu vida. Y todo esto en silencio, como si fuera un secreto. Es lo que nos enseñaron en casa nuestras madres. Recuerdo la primera vez que manché (sí, porque la palabra regla era tabú). Llamé a mi madre. Vino al baño con una compresa XXL, cerró la puerta y me dijo en voz bajita que me la pusiera, para que los demás en casa no se enteraran. Y me advirtió que así sería para los próximos años de mi vida. Ni hablamos de tampones, ni de otras opciones. Nada. Y se zanjó el tema. Y claro, si esto pasaba con la regla, podéis imaginar que nunca hablamos de cómo usar un condón o de la posibilidad de que me acompañara al ginecólogo para empezar con la píldora. Ahora todo ha cambiado, menos mal, y las más txikis ya no guardan estos secretos.