Uxue se despertó a las ocho para ir a la ikastola. Pero ese día estaba muy nerviosa, era un día muy especial. Por fin le tocaba ser maquinista. Iba a ser la primera en la fila para entrar y salir de clase, y detrás sus compañeros de la gela. Pero todo se torció y salió llorando del cole. "El de siempre" le había quitado el sitio y se había puesto él de maquinista. ¿El de siempre? Aunque me lo imaginaba, no me podía creer que en 40 años nada haya cambiado.
Los abusones siguen estando ahí, desde pequeños, haciéndonos a nosotras la vida más complicada. Son pequeños gestos, pequeños detalles en la vida cotidiana que pueden pasar desapercibidos. Pero no para nosotras. Subes a un autobús o al metro y enseguida te das cuenta. Hombres que a diario desparraman las piernas en sus asientos, invadiendo nuestro espacio. Vas a la piscina y lo mismo. Hombres que nadan en los centros cívicos como si estuvieran compitiendo en las Olimpiadas para no compartir la calle con nosotras, las lentas y las débiles.
Pero las lentas y las débiles decimos alto y claro: ¡Estamos hartas de los abusones! Y nos van a tener enfrente. No nos van a quitar nuestro sitio porque somos imparables. Uxue, Ane, Izaro, Paula, Marina, Leire. Sólo os puedo decir que ¡Empieza el matriarcado!