os viejillos más peleones de nuestro amado templo del cortado mañanero, y no son pocos, llevan más de dos años sin echarse una buena manifa a la boca. El jodido bicho ataca por todos los frentes. Y están que cada vez que se acerca una fecha señalada en la que otras veces solían salir a la calle para hacer, por lo menos, un pequeño tramo del trayecto -aquí el estado de caderas, rodillas, pulmones y demás, manda- se ponen nerviosos. De hecho, en los momentos en los que se ha podido estar de pie en los bares, ha habido algún día en el que nos hemos encontrado dando vueltas por el local a alguno de los venerables con una servilleta sin lema sujeta con las dos manos, previo aviso cursado ante la autoridad competente, es decir, nuestro querido escanciador de café y otras sustancias. Cada uno quita el mono como puede. Pero este año no están como el perro de Pavlov. Se van a poder desquitar. Alguno incluso ha pedido justificante firmado a los hijos para, en el caso de encontrarse con alguien que le diga ¿y tú que haces aquí?, poder mostrar que tiene permiso pandémico. Así que si esta tarde alguien ve a un grupo de cascarrabias desaforados por el recorrido de la manifa del 3 de Marzo, que nadie les diga nada, que están armados con bastones, saben usarlos y están mu locos.
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