on esto del bicho, hacía tiempo que en nuestro amado templo del cortado mañanero las cosas del politiqueo habían casi desaparecido de las tertulias, pero estos días a los viejillos se las están poniendo como a Fernando VII y, claro, están como cuando a nosotros de pequeños nos montaban en el tren camino a Araia para hacernos la visita por la Miko: salivando desde casa. De hecho, algunos han recuperado la idea de exigir al Ayuntamiento de Vitoria que establezca un proceso de hermanamiento con Sotosalbos. In Maroto we trust. Lo que le tiene frito a nuestro querido escanciador de café y otras sustancias es que en todo este follón de aúpa el Erandio a nadie le está preocupando el tufillo que tiene la historia por detrás, es decir, que tiene pinta de que alguien se lo ha llevado crudo una vez más y se va a ir de rositas una vez más. Está convencido el barman de que entre los políticos y sus familiares hay un congreso anual secreto y que en el último alguien dijo: espera, espera, sujétame el txikito que no solo se la voy a pegar al personal sino que además, cuando se sepa, voy a juntar a 3.000 individuos con pancartas en la calle subiéndome a los altares. Claro, el becario -o sea, el hijo- lleva toda la semana poniéndonos en el hilo musical aquello de tengo un trato, lo mío pa' mi saco que cantaba la Mala.