n estos tiempos donde magnificamos problemas que en realidad no lo son y nos llevamos las manos a la cabeza por asuntos ciertamente menores, el otro día me puso la piel de gallina la lección de vida de Juan Carlos Unzué con su documental Vivir valELA pena. Si en su día ya me conmovió la forma en que Pau Donés encaró la muerte con aquella entrevista a Jordi Évole en la montaña, la sensación ha sido esta vez idéntica. En el programa en cuestión se explica básicamente la vida futbolística del portero, el periplo de su enfermedad, los valores que transmite a través de ella y la estima que le tienen sus allegados. Y todo ello a corazón abierto, sin tapujos, sin esconder las dificultades de su día a día ni las terribles limitaciones para hacer vida normal. Pues bien, solo queda quitarse el sombrero ante alguien así. Hay que estar hecho de una pasta especial para no derrumbarse y dar esa sensación de fortaleza. Tanto su mujer, sus hijos como sus amigos también transmitieron unos valores impagables. “Cuando no esté aquí lo que quiero es que me recordéis con esta sonrisa, que no genere tristeza, he disfrutado mucho de la vida y lo voy a seguir haciendo hasta el último día”, sentenció Unzué ante el público que presenció el preestreno. Bravo por este luchador incansable.