s un domingo lluvioso y mientras la mayoría del personal disfruta en la playa, el monte o donde sea del primer fin de semana sin estado de alarma, algo que tanta falta hacía tras meses de sufrimiento, unos pocos tenemos que pringar de lo lindo. No en vano, es uno de esos días ciertamente de locos en la redacción de cualquier periódico que ni siquiera te permite comer en casa. Mientras escribo estas humildes líneas, posiblemente me haya salido alguna cana más en el pelo y perdido algún año de vida con todos los acontecimientos que nos aguardan, pero a la postre uno acaba orgulloso de contar a nuestros lectores lo que da de sí una jornada tan cargada de acontecimientos en el deporte local. Así es la vida del juntaletras deportivo, obligado a dar el do de pecho los fines de semana y los festivos mientras espera con los brazos abiertos los rayos de sol del verano para concederse una pequeña tregua. Desde luego, si uno pone buena cara y se percata de que trabaja en lo que más le gusta, todo sale rodado y resulta fácil. Este trajín, desde luego, no sería posible en otra ciudad sin dos equipos de élite tanto en fútbol como en baloncesto. No obstante, ya he dicho muchas veces aquí que somos unos privilegiados por tener tanto que escribir de nuestros grandísimos deportistas.