asar estos días a tomarse el café por nuestro amado templo del cortado mañanero está siendo como meterse en un mitin de Ayuso y gritar ¡viva Trotsky! Está el personal con el cuchillo entre los dientes, entre otras cosas, porque esto se nos está haciendo demasiado largo a todos. Así que si uno dice que el torrezno de mediodía está bueno, lo mínimo que le llaman es carnívoro troglodita y especista. Y si el mismo dice que sería bueno tener en el bar más pintxos sin carne ni pescado, de comeberzas no baja la cosa. Hace unos días, uno los viejillos propuso, para relajar un tanto el ambiente, grabar un vídeo para subirlo a TikTok. Debió dejar a todos los presentes tan alucinados que dicen las crónicas que nadie pudo decir ni palabra hasta unos 20 segundos después. Resulta que hace un año, con el inicio del confinamiento, la nieta del susodicho le abrió un perfil para que pudiera ver sus vídeos y hacer directos con ella ya que no podían estar juntos. Y el abuelo, claro, aceptó los deseos de la muchacha. Cuando me contaron la idea, propuse hacer el vídeo al ritmo de los Burning con aquello de mueve tus caderas cuando todo vaya mal. Yo pensaba que el personal se iba a reír. El cuchillo jamonero que nuestro querido escanciador de café y otras sustancias puso sobre la barra me dio a entender que no.