uando no existen muchos más argumentos a los que agarrarse, la fe se convierte siempre en el último recurso para mantener viva la llama de la esperanza. Y en esas anda otro año más el alavesismo. Con la temporada que lleva perpetrando El Glorioso, las razones para alimentar ese pesimismo tan propio de la provincia no son escasas. Pero con solo tres partidos para que se resuelva el curso, todos tenemos que empujar como podamos para que esa fe se mantenga intacta y propicie la salvación. Las sensaciones están lejos de permitir el más mínimo optimismo, pero casi todos los rivales directos se cambiarían por el equipo albiazul con los ojos cerrados. Lo peor ha quedado atrás, aunque lo que hay por delante es aún complicadísimo. De sufrir sabe el alavesismo lo que no está en los escritos. Y, llegado el punto, a la profecía de Manu García en Jaén -"hasta el último minuto del último partido"- hay que agarrarse. A partir del 24 de mayo llegará el momento de la introspección, de detectar por fin qué se está haciendo mal a todos los niveles dentro de club -esto no es solo cuestión de resultados- para dos años seguidos no llegar al mínimo de cuarenta puntos que se pone como meta. Pero ese autoanálisis tan necesario, mejor hacerlo en Primera. Hasta entonces, mantengamos la fe.
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