ún me estoy recuperando del derroche cinematográfico-electoral que el fin de semana nos ha dejado en la contienda madrileña. Pura delicatessen. Confieso que me estoy dedicando a los comicios de la Villa y Corte con especial interés para tener la mente ocupada y no reparar demasiado en el lamentable y esperpéntico sindiós pandémico. No abro paréntesis a este respecto porque me cabreo y me pongo triste más allá de la cuenta y bastante es ya llevar más de cuatro meses sin poder ver a mi familia. Vuelvo a Madrid. La candidatura de Unidas Podemos lucha contra las encuestas -además de atizar a los medios de comunicación, que siempre mola- y lanza en su vídeo el lema Que hable la mayoría, una referencia que niega esa mayoría de suma PP+Vox que aventuran las encuestas y remite a una estrategia que recuerda a aquellas lejanísimas generales de 2015, en la que en los mítines morados se coreaba "remontada" y en las tertulias se forjaba el gráfico concepto de un posible efecto Rocky Balboa. Isabel Díaz Ayuso, por contra, disfruta de la alfombra roja de los sondeos con un vídeo runner por una Madrid "abierta", casi nada. Libertad es su lema. Y luego está Edmundo Bal -a pesar de todo, los naranjas aguantan en los sondeos- entre motero y runner, Madrid de todos. Y todavía no ha empezado la campaña electoral.
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