ues que quieren que les diga. A mí, la tradicional Rifa de San Antón me encanta. Me parece uno de los artículos auténticos de los que puede presumir Vitoria-Gasteiz y que, todavía, desconoce mucha gente. También es cierto que nunca he sido devota de ir a la Plaza Nueva la exposición pública del cerdo que, después, llegaba en forma de regalo. Me gusta más eso de ver que te puede tocar un lote de productos de cerdo ibérico bellota, que no ir a comprobar el estado del animal que no es consciente de la espada de Damocles que pende sobre él. Pero, ya que estamos de confesión abierta, les diré que soy fan de esta tradición por ser la única que conozco donde el resto de premios, hasta diez nada menos, son casi mejores que el primero. Y me quedo en casi mejores por no parecer una snob vitoriana que se puede permitir cerdo ibérico de bellota cada día. Que no. Pero ya me dirán que si hoy terminan el día con un viaje a Tenerife para dos personas siete días con los gastos pagados no permite, por lo menos, encarar el año con la perspectiva de viajar gratis y fuera de Araba. Casi nada, para los tiempos que corren. Especialmente para los y las benefectoras del premio, las personas residentes de la Residencia San Prudencio. Un abrazo fuerte para todas ellas.