omo todo el resto, está cerrado. En su caso, sabemos que volverá a abrir, pero tenemos claro que no sucederá lo mismo con otros lugares. Y mientras miro la persiana bajada de nuestro amado templo del cortado mañanero me acuerdo de un sinfín de barras y de quienes estuvieron o están al otro lado. Del Aldapa, el primer sitio que me acogió como consumidor residente. Del Uxarte, donde una noche de esas de diez grados bajo cero casi perdemos a uno abrasado tras echarle medio bote de Tabasco a un caldo. Del Larry, donde Eddie Vedder y yo cantábamos a dúo Alive casi cada sábado sin que él fuera consciente. De La Taberna del Tuerto y una noche de chupitos de ron que terminó con alguien, y no era yo, enseñando las posaderas. Del... Pero sobre todo me vienen a la mente risas, charlas, ligoteos (casi todos infructuosos, pero no todos), anécdotas que se cuentan mil veces y con las que me sigo descojonando, alguna que otra lágrima, magníficas noticias, innumerables entrevistas del curro, todas las celebraciones de la familia porque en la mía nos vamos a comer ya toque cumpleaños, funeral o lo que se tercie... Así que ahora no puedo más que decirles a todas esas personas que, sin saberlo, me han acompañado al otro lado de la barra en todos esos recuerdos pasados y más recientes, gracias.
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