tra cosa no, pero el coronavirus del demonio está demostrando cada día que es un competidor nato, que no atiende a dificultades y que, con su tenacidad y la inconsciencia de muchos, es capaz de batir plusmarcas día sí y día también para regocijo de los especialistas en el análisis de la mareante pléyade de cifras que acostumbran a decorar la acción del covid-19 y para pesar de buena parte del resto de la sociedad, perpleja ante la pandemia. Llegados a este punto, uno ya no sabe muy bien qué decir y qué contar porque, desgraciadamente, esta película tiene toda la pinta de ser el día de la marmota. A las pruebas me remito. Pedro Sánchez vuelve a capitalizar el espacio catódico con discursos amplísimos que parecen no llevar a ningún sitio; los políticos se enzarzan en debates que no tienen más intereses que el estratégico y el electoral, y cada día medio mundo se siente autorizado para sentar cátedra a la hora de opinar sobre virología y cómo implementar de mejor manera la profilaxis ante un virus del que aún no sabemos de la misa la media... En fin, supongo que ha llegado el momento de intervenir con criterio, de imponer con criterio y de amonestar con criterio. De no hacerlo, me temo que padeceremos, y mucho, en los próximos meses.
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