ablaba con un compañero, qué verano este. Ha cambiado mucho la agenda -o no agenda- informativa estival en los últimos años. Pero este verano ha sido tan tan raro que apenas ha asomado la clásica serpiente de verano del pulsito de turno Madrid-Londres con epicentro en Gibraltar. O tempora, o mores. Este verano solo hablamos de lo que hablamos. Todos, nosotros, ellos, ustedes. Estaba en estas porque leyendo la ristra diaria de efemérides me encuentro con que el 26 de agosto de 2019 concluía en Biarritz la cumbre del G7. ¿Se acuerdan? ¡Cómo lo pasamos...! Que si viene Donald Trump, que si dónde aterrizará el Air Force One. Días especulando con aeródromos europeos, a ver si va a aterrizar en Foronda, ¡no jodas! Aquel megacarguero militar estadounidense aterrizando en Hondarribia para descargar un helicóptero presidencial para flipe del personal. Biarritz sitiada, la muga blindada, comerciantes de un lado y otro entre cabreados y resignados. Consortes de excursión por Iparralde, Trump y Boris Johnson haciendo frente común... Se hablaba entonces de brexit, de acuerdos y desacuerdos comerciales, de Irán, de medio ambiente y cambio climático... Pero las cosas han cambiado. Qué lejos queda aquel Biarritz de 2019.
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