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Mesa de Redacción

El virus del odio

ontamos las horas ya para que nuestro querido templo del cortado mañanero abra sus puertas, que parece que con lo de la fase 2, nuestro amado escanciador de café y otras sustancias va a poner en marcha el motor aunque al principio sea a bajas revoluciones. Por algo se empieza. Poco a poco. Pero mientras tanto tenemos a los viejillos en pie de guerra porque con esto de tener tanto tiempo libre, sin bar y sin nietos que ir a buscar al colegio, están hasta más allá de la txapela de pasar las horas o viendo la televisión o curioseando en los móviles. En un lado y en el otro, durante todo el confinamiento pero sobre todo en estas últimas semanas, se están encontrando todo el día con trifulcas políticas, con discusiones constantes, con gente desconocida que se insulta a cuenta del virus y sus derivadas, que se ataca de manera inmisericorde, que ha perdido no ya toda concepción del respeto y la educación, sino sobre todo la capacidad de decirse las cosas con un poco de gracia y humor, que es como se hacen las cosas en nuestro templo. Porque nosotros nos decimos burradas a la altura de Trump, pero siempre con salero, una sonrisa y sabiendo dónde está el límite. Espero que eso lo podamos recuperar en breve, aunque el resto siga con su bronca constante y sin fin.