Albricias y requetealbricias. Cinco años (o dos mil y pico días) después, los miembros del CGPJ atrincherados son historia desde ayer. Sus puestos los ocupan 20 vocales de nuevo cuño que prometieron sus cargos, en el día del patrón de España, ante Felipe VI y en presencia del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez Castejón. Sí, ese que está llamado a declarar el próximo martes ante un juez de charanga y pandereta, como dejó escrito Antonio Machado.

Claro que los motivos de alegría terminan en el mismo enunciado de la frase. El vacilón se corta al caer en la cuenta de que la renovación no atiende a un pacto amplio de las fuerzas plurales representadas en las Cortes españolas, sino a una componenda entre los dos partidos del antiguo turnismo.

PSOE y PP, o PP y PSOE, que tanto monta, se repartieron literalmente a pachas –diez pa’ti, diez pa’m– los integrantes del nuevamente vigente Poder Judicial. Lo hicieron, ademas, con el madrinazgo de la Unión Europea. O más bien, con el celestinazgo.

Siete candidatos

Así que es mejor que no nos llamemos a engaño. Es verdad que se ha superado el bloqueo infame, pero en lo básico estamos donde estábamos, con veinte juristas de reconocida inclinación ideológica dispuestos y dispuestas a servir a quien los ha nombrado.

Cambia, es verdad, el hecho de que esta vez no hay una mayoría diestra o siniestra reconocible, lo que llevará, seguramente, a divertidos empates sucesivos en la toma de según qué decisiones.

Va a estar entretenida, en ese sentido, la elección de la persona que ostente la presidencia. ¿De qué lado caerá? La cosa tiene su importancia, por aquello del voto de calidad.

Hay nada menos que siete candidatos –¡el 35% del total!– a la primacía del Consejo. El intríngulis está en que para ser elegido hay que conseguir tres quintos de los votos, es decir, un mínimo de 13, lo que implicará un acuerdo entre los dos sectores.

El próximo martes, justo el mismo día de la declaración de Sánchez, ya es casualidad, saldremos de dudas. Y a partir de ahí, sin gran esperanza de ecuanimidad podremos evaluar las actuaciones del órgano renovado.