Habrá que entonar el clásico “bien está lo que bien acaba”. Diez meses y una semana después de las elecciones generales, la que por su nombre corto llamamos “ley de amnistía” va camino del BOE y, por tanto, de su inmediata aplicación.

Como detallamos en este mismo diario, ha sido un viaje tortuoso, con varios momentos en los que todo parecía estar a punto de irse a la porra y una oposición atroz por parte de las derechas y derechísimas tanto políticas como mediáticas.

El bronco pleno plagado de insultos y sobrepasado de decibelios en que quedó aprobada definitivamente la norma es la perfecta representación del trayecto cubierto hasta ahora. Y no nos llamemos a engaño: también es la muestra de lo que viene a continuación.

De nada sirve que Feijóo haya comprobado que la cuestión apenas le renta un puñado de votos porque la ciudadanía es más abierta de mente de lo que suponen él y sus desnortados gurús. El PP (no digamos Vox) no soltará la presa. Como se precipitó a anunciar Díaz Ayuso, ahora viene la retahíla de recursos y, casi seguro, más pifostios en la calle.

Los fiscales avisan

Esas actuaciones pueden suponer alguna que otra molestia y, desde luego, van a traer, como de costumbre, más ruido. Sin embargo, no es previsible que hagan encallar la ley a la primera de cambio. Los recursos ante el Constitucional no conllevarán la suspensión. Por otro lado, con la actual composición del tribunal de garantías, parece poco probable un fallo en contra.

Así que la aplicación de la ley estará en manos del resto de las instancias judiciales, empezando por el Supremo y de ahí hacia abajo. Debemos estar preparados para asistir a varios intentos de torpedeo, especialmente en las causas que afectan a las personas más significadas del procés.

Ayer mismo les faltó tiempo a los fiscales del 1-O para advertir de que no ven viable paralizar la orden de detención de Puigdemont puesto que se le imputa, entre otros, un delito de malversación, que, según su criterio, no es amnistiable con la ley que se aprobó ayer en el Congreso.

Así que quizá deba corregir el principio de estas líneas y decir que bien estará lo que bien acabe... cuando acabe.