Pocos textos legales se nombrarán tantas veces en vano como la sacrosanta Constitución española. Hoy, que cumple 45 años pésimamente llevados, volveremos a comprobarlo. 

Las diferentes banderías enfrentadas a degüello por el proyecto de ley de amnistía o la escandalosa no renovación del CGPJ se arrojarán a la cabeza la (mal llamada) Carta Magna y se declararán sus propietarios e intérpretes en régimen de monopolio. Solo es constitucional lo que les sale de su sobaquera ideológica. 

Y lo que queda fuera de la línea imaginaria ya no es solamente inconstitucional. Merced a la brutal inflación dialéctica que padecemos, nos situamos, como poco, en un golpe de estado.

Eso no evitará el ejercicio de hipocresía al que asistiremos. Si lo piensan, somos mucho más honestos los que no celebramos algo que no solamente consideramos ajeno, sino que sufrimos como herramienta para limitar nuestra propia capacidad de actuar.

El CGPJ, erre que erre

Como prueba del nueve de lo apuntado, en la víspera de los fastos, el caducado desde hace cinco años Consejo General del Poder Judicial evacuó -en nombre de la Constitución, faltaría más-, un nuevo aviso a malvados navegantes.

Simplemente porque los vocales pasados de fecha pretenden demostrar que a ellos no los baja de la poltrona ni un tornado, la comisión permanente de la cosa se reunió con carácter extraordinario para responder a la tramitación en el Congreso de diferentes comisiones de investigación pactadas por los partidos que propiciaron la investidura de Pedro Sánchez.

Fíjense que ya solo un enunciado así huele a intromisión del quince en las funciones del poder legislativo. ¿A santo de qué deben meter la nariz en la creación de unos órganos que apenas se han solicitado? Una vez más, actúan como adivinos y se dan el gustazo de advertir que “estarán muy vigilantes sobre si se aborda el lawfare en las comisiones.

Como remate, puesto que, afortunadamente hay vocales que no tragan con cualquier cosa y votaron en contra, el dictamen salió adelante gracias al voto de calidad -así lo llaman- del presidente interino de la cofradía.