Llama la atención la cifra, pero los responsables de Interior del gobierno que hoy y mañana busca la reeleción le quitan hierro. Aseguran que el dispositivo es similar al de las últimas sesiones de investidura. Sin embargo, cuando profundizan en el argumento, lo comparan con el que se suele poner en marcha con motivo de un partido de fútbol declarado de alto riesgo. Y eso suena a que se espera gresca.

Por desgracia, los antecedentes invitan a ponerse en lo peor. Ayer se volvió a vivir en Ferraz la duodécima vigilia contra ley de amnistía. Menos numerosa y con menos incidentes que otras anteriores, cierto. Pero todos tenemos en la cabeza las imágenes de violencia ultra sin medida. Ojalá en estos dos días la noticia se quede en lo que se diga en el hemiciclo –que bastante duro será– y no en lo que ocurra en el exterior de las Cortes.

117 días después

Por lo demás, procede hacer un recordatorio de cómo hemos llegado hasta un escenario impensable hace 117 días, que fue cuando se celebraron las elecciones generales.

Si hacemos memoria, comprobaremos que a las ocho de la tarde del 23 de julio, recién cerrados los colegios, los sondeos de todos los medios que los habían hecho apuntaban a que el PP sumaría mayoría suficiente para gobernar con Vox. Alguna de las encuestas pronosticaba incluso que Feijóo rozaba la absoluta en solitario. El escenario cambió muy pronto. Los datos de los primeros votos reales indicaban otro panorama que se fue confirmando según avanzaba el escrutinio. Se confirmaba la victoria del PP, pero lejos de la posibilidad de llegar a La Moncloa en compañía del socio de ultraderecha con el que comparte numerosos gobiernos autonómicos y municipales.

Una vez más, había funcionado el manual de resistencia sanchista. Por los pelos, pero le quedaba una opción de revalidar el mandato. Aunque no era estrictamente cierto, porque debía granjearse el apoyo de varias formaciones, los medios resumimos que esa posibilidad quedaba en manos de Junts o, personalizando, de Carles Puigdemont.

Cuando se supo que el precio era una ley de amnistía, hubo quien pensó que habría nuevas elecciones. Ya ven que no.