Ya lo ha dicho - Jamás me tuve por profeta, pero a veces hago pronósticos que dan, si no en el blanco, sí alrededor del centro de la diana. Les dejé caer el pasado viernes que, después de que Pedro Sánchez hubiera reconocido que “ya se está negociando”, era cuestión de días que llegase una nueva revelación. El error estuvo en la parte temporal, porque fue el mismo viernes cuando el aspirante a revalidar su estancia en La Moncloa pronunció por vez primera la palabra tabú. “Amnistía”, escuchamos de esos labios que invitan a pecar. Y para que no quedaran dudas, en compañía de una explicación de las que provocan lipotimias en el ultramonte diestro mediático y político: “Es la forma de superar las consecuencias judiciales de una de las peores crisis territoriales de la democracia”.

Ninguna casualidad - Ahí fue el instante en que no llegamos a parar las rotativas -porque solo eran sobre las cinco y media de la tarde-, pero sí tuvimos que levantar la página que ya habíamos cerrado con un titular que apuntaba a la propuesta de ley de amnistía que Sumar le va a llevar pasado mañana a Puigdemont a Waterloo. El planteamiento de los asesores aúlicos de Yolanda Díaz se quedaba viejo al lado de la afirmación de Sánchez, formulada -eso tampoco fue casualidad- al ladito de la presidenta del Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del (mindundi) baranda del Consejo Europeo, Charles Michel. Como quien no quiere la cosa, aunque se note que sí la quiere, le faltó tiempo al líder socialista para subrayar su desmarque de la iniciativa de la coalición de la vicepresidenta que, como él, sigue en funciones. Los incrédulos -o más bien, los descreídos- como este humilde tecleador vimos justo lo contrario de lo que apuntaba su declaración. En este punto de la coreografía negociadora, Sumar ejerce de elemento de distracción, mientras los mayores se ocupan de las cosas importantes. El premio para la formación que se está revelando como la jaula de grillos que todos esperábamos, es tener unos ratitos de foco y aparentar que pinta algo en la soka-tira con Junts. De propina, se tapan los cada vez más groseros sabotajes del enemigo interior, Podemos, que no toca más pito que la exigencia de que Irene Montero mantenga su ministerio; un delirio. Pero en esas distracciones solo se perderán los menos avisados. Lo fundamental, como escribimos hace tres días, no es solo que se negocia desde hace un tiempo, sino que Pedro Sánchez ha cumplido una de las exigencias de los soberanistas previas a la propia negociación en sí: el reconocimiento público de que la judicialización del procés pide a gritos una ley de amnistía.