Mareando perdices

– Ahora que no nos lee nadie, aquí va un ejercicio de sinceridad. La mayor parte de lo que estamos contando los medios en las últimas horas pertenece al género de las no noticias, las cuasinoticias o, directamente, las gilinoticias. Y sí, podemos envolverlas con titulares pomposos, con aparente intención, como si la letra menuda contuviera la verdad revelada, cuando no es más que una versión de la tonada de Mita Manzzini: Parole, parole, parole. Diré en descargo de mi gremio que la culpa es nuestra solo a medias. Lo que hacemos es poner a la venta el material del que nos proveen nuestros suministradores.

Los sueños de Vox

– Y ese material, ya cuatro días después de las elecciones generales, es más bien pobre. Como no hay nada realmente relevante que contar, convertimos en información, por ejemplo, que Vox haya anunciado que no bloquearía una posible investidura de Feijóo propiciada por trásfugas del PSOE. Es verdad que el tamayazo nos curó de unos cuantos espantos, pero hay que tener un alto nivel de fantasía para elucubrar con la traición de un puñado de diputados que deben su escaño directamente a Sánchez. No al PSOE; a Sánchez.

Exclusivas creativas

– Todavía más vacuas son las novelitas de a duro que, con un par, se nos venden como exclusivas del recopetín. Ayer, sin ir más lejos, se nos contaba a modo de chauchau que Jesús Eguiguren era el enviado especial del PSOE para convencer a Arnaldo Otegi de que EH Bildu apoyara la investidura de Pedro Sánchez. La presunta revelación se cae por su propio peso cuando, desde la misma noche electoral, Otegi y todos y cada uno de los portavoces significados de la coalición soberanista han dejado claro que facilitarán lo que llaman “un gobierno de izquierdas”. No solo eso. También han hecho llamamientos a sus socios de ERC e incluso a Junts para que no se suban demasiado a la parra con el precio en la negociación con los socialistas.

Echenique y el rencor

– Reservo el último párrafo a Pablo Echenique, que ayer anunció a bombo y platillo que regresaba a su plaza en el CSIC y que abandonaba la política institucional. La primera parte del enunciado, la de la vuelta a su puesto, es cierta. En la segunda, como tantas veces, hay que invertir los términos: es la política institucional la que ha abandonado a Echenique. Como es público y notorio, Yolanda Díaz se lo quitó de en medio, como hizo con Irene Montero, si bien su caso no fue tan sonado. En la despedida no ha faltado el rencor, advirtiendo de que los cinco de Podemos en Sumar irán por libre. Bien empiezan.