Un género- Los libros y los documentales de investigación sobre el asilado en Abu Dábi empiezan a constituir un género propio. Supongo que debemos celebrar que haya caído la cortina de hierro forjado que protegía al patrón del Bribón, pero me imagino a Iñaki Anasagasti enarcando una ceja. Cuando él pisó el jardín prohibido del sucesor de Franco a título de rey, todavía regía la ley del silencio que convertía en enemigo de la patria a quien osara meter las narices en las cloacas de la borbonidad restaurada. Por eso mismo me hizo gracia que en la reciente (y recomendable) docu-serie de HBO, el incombustible jeltzale aportara su testimonio junto a los de buena parte de los gurús de mi oficio que durante décadas habían levantado el muro de impunidad tras el que Juan Carlos I perpetraba sus ilícitos penales y, amén de otros comportamientos personales que lo definen como una pésima persona, sus innumerables devaneos de entrepierna. Menudo retrato de sí mismos se hacían los santones periodísticos de la transición (y algún miembro de los servicios secretos españoles) en el producto audiovisual de marras.
Un secreto a voces - La última incorporación a la retahíla de material que indaga en las miserias del rey viejo es un libro que firman los periodistas José María del Olmo y David Fernández bajo el título King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I. A falta de la lectura del volumen que publicará la editorial Libros del KO, semejante encabezado se antoja un tanto exagerado. Concedo el beneficio de la duda, pero me extrañaría mucho que la obra nos desvele algo que verdaderamente no sepamos sobre los manejos del personaje. De hecho, la gran primicia adelantada estaba ya contada desde hace tiempo. Como ella misma ha reivindicado en las redes sociales, fue la cronista de episodios regios Pilar Eyre quien dio la primera noticia sobre la existencia de una hija secreta del hoy monarca emérito. Supuestamente secreta, claro. Todos los protectores señalados arriba y alguno más estaban al corriente. Más que probablemente, también la prole legítima del de la holgada bragueta y su consorte.
De casta...- Por eso ha resultado especialmente divertida a la par que reveladora la reacción. El señalado como progenitor ha negado la mayor y -hay que tener un morro de aquí a Lima- ha pedido respeto por su intimidad. La presunta vástaga ha enviado a su ejército de abogados -es una señora de posibles- a amenazar con freír a querellas a quienes difundan la noticia con su nombre, supuestos apellidos y su imagen. Por eso yo me abstengo. De casta le viene al galgo.