¿Y Zabalza? - Marchando otra ronda de Memoria Democrática (Histórica, decíamos ayer sin tanto aspaviento) para la galería. Mañana, con el aparataje mediático habitual y el atrezzo de costumbre, que incluye una panda de fachas protestando, se exhumarán del Valle de los los Caídos los restos de José Antonio Primo de Rivera. Que no voy a decir que no es procedente, pero como en los casos del mismo Franco, Queipo de Llano o, más cerca de nosotros, Mola y Sanjurjo, se pregunta uno por qué el PSOE, gobernante durante un congo de lustros después del óbito del bajito de Ferrol, no se dio ninguna prisa en retirar los mentados residuos mortuorios de sus respectivos lugares honoríficos. Por lo demás, en el minuto presente, el autodenominado gobierno español de progreso, si quiere ser creíble en su vocación por rendir cuentas con el pasado, en lugar de hacer gestos propagandísticos con el engominado fundador de la Falange, bien podría desautorizar a su ministro de Interior por mantener su defensa cerrada del teniente general de la Guardia Civil Arturo Espejo, partícipe directo de las torturas, asesinato y abandono del cadáver de Mikel Zabalza.
Un matón - Es obvio que eso no va a ocurrir, lo cual debería hacer tomar nota en serio a los mismos partidos que sostienen al Ejecutivo y, más específicamente, contribuyeron a aprobar esta ley que se pasa por la sobaquera. Pero como tampoco van a ir más allá de ejercer el derecho al pataleo mientras le siguen sacando adelante leyes de aluvión, habrá que sumarse al coro celebratorio de la fiesta menor de mañana en Cuelgamuros. Insisto en que me parece genial que se lleven de ahí al creador de una organización que, pese a la dulcificación de la que está siendo objeto últimamente, practicó el matonismo más brutal en los tres últimos años de la segunda república española y que tras, el llamado alzamiento, sus despiadados miembros llenaron las cunetas de cadáveres y siguieron ejerciendo la represión con vomitiva chulería en pueblos, barrios y ciudades.
Por recordar... - Alguno de esos canallas, ya muy mayores, pasan por viejecitos entrañables. Los demás, que ya están enterrados, disfrutaron de unos últimos años de placidez absoluta, sin rendir cuentas de sus tropelías a nadie. No faltó, incluso, quien hizo el triple tirabuzón y, tras “el hecho biológico”, eufemismo de la muerte del inquilino del Palacio del Pardo, se hizo demócrata-de-toda-la-vida. El mismo Suárez. Y en una escala más pequeña, el jefe de la Falange de Barakaldo a finales de los 60, que en los 80 fue destacado militante de HB en Erandio.