No era tan fácil
– Es curioso cómo la proximidad de unas elecciones convierte en posible lo imposible. O en deseable lo indeseable. El penúltimo ejemplo es el anuncio del presidente del Gobierno español de sacar al mercado de alquiler público 50.000 viviendas del Sareb, más conocido por su cínico sobrenombre, Banco malo. Prácticamente desde la creación de semejante monstruosidad, la intuición parecía aconsejar hacer de la necesidad virtud. Y en este caso, en el sentido más literal. Puesto que había una perentoria necesidad de vivienda a un precio asumible para decenas de miles de familias, se antojaba muy razonable que el Estado, propietario a la fuerza de todo ese lastre inmobiliario, lo pusiera inmediatamente a disposición de la ciudadanía que no puede pagarse un techo. Sin embargo, cada vez que se formulaba lo que parecía un principio simple –en honor a la verdad, hay que decir que Podemos lo hizo–, la respuesta de la parte socialista del Ejecutivo que representa Nadia Calviño y que tenía el aval de Sánchez era que no resultaba tan fácil decirlo como hacerlo.
Urnas a la vista
– Hasta el defenestrado ministro José Luis Ábalos puso la idea encima de la mesa y fue instado a guardarla en el cajón. Se alegaba que no había viviendas suficientes, que las que estaban en condiciones de ser habitadas eran muy pocas o que había un galimatías legal que no se podía resolver de un día para otro. Pues ya ven. Fue Pedro Sánchez en persona quien realizó el anuncio como si fuera coser y cantar, y fue la mentada Calviño la que ayer mismo glosó las inmensas bondades de la iniciativa que, según ella, busca “conjugar el interés financiero con el interés social”. Fíjense que ya podíamos llevar unos cuantos años de adelanto. Pero, claro, no había urnas a la vista.
Que sea la buena
– Y casi lo mismo cabe decir del pomposamente celebrado acuerdo para una ley de vivienda entre las dos fuerzas del Gobierno español –esta vez, sí–, EH Bildu y ERC. Desde el minuto uno de la legislatura, la cuestión ha estado ahí y el PSOE se ha resistido… hasta que ha visto lo feas que le pintan las cosas en las encuestas de cara al 28 de mayo. De momento, solo se sabe de la norma que es la releche en verso. Falta ver la letra pequeña y, por lo que nos toca más de cerca en las demarcaciones autonómica foral, cuántas competencias invade, que ya me apuesto a que son unas cuantas. Por lo demás, cada ley de suelo, vivienda o alquiler que he conocido (unas cuantas) se anunciaba como la solución definitiva a un problema que, como vemos, sigue estando ahí. Cuesta creer que esta sea la buena. Pero ojalá.