Con el carrito del helado
– Cuando hay una grabación de Villarejo, hay dos. Y probablemente, tres, cuatro… las que haga falta. Tendría que haberlo sabido Antonio García Ferreras el lunes, cuando salió a defender con orgullo que le contó al siniestro policía que difundió una noticia de Pablo Iglesias sabiendo que era falsa. Ni 24 horas después, ¡tacatunga! Apareció otra cinta en la que el capo de las tertulias progresís presume de haber acabado con la carrera política de Juan Carlos Monedero. “Monedero a nosotros nos odia, porque nosotros fuimos los que matamos a Monedero con aquello, con la pasta. Porque, además, cuando nosotros le damos una hostia a ellos, ellos sufren de cojones”, se jacta el presentador estrella mientras come con su jefe, el consejero delegado de Atresmedia y presidente del diario La Razón, Mauricio Casals. Comparten mesa con un empresario, el mentado Villarejo y otro madero. Tienen la transcripción completa –al césar lo que es del césar– en un medio digital llamado Crónica Libre.
Te puse y te quito
– Es, sin duda alguna, un escándalo mayúsculo, de esos que deberían hacer rodar cabezas. Y, por descontado, los agraviados Iglesias y Monedero tienen todo el derecho del mundo a estar cabreados o, si cumplen sus promesas, a denunciar a los individuos partícipes en las autoconfesadas turbias maniobras para dañar el prestigio de Podemos. Pero si hacemos una migaja de flashback, como en la genial escena de Amanece que no es poco, y nos remontamos al año 2014, nos encontramos con la operación inversa. En este caso, los morados fueron los beneficiados. Como recordará cualquiera que no se haga trampas, por aquella época los dirigentes del recién nacido movimiento estaban desayuno, comida y cena en el canal de Ferreras. Puede que hubiera otros factores, como el brío en las redes sociales, pero si Podemos pasó de grupo de amiguetes de una facultad universitaria a fuerza política con opciones de gobernar fue en muy buena parte por esa presencia continua en la tele que ahora se señala como malvada.
‘Modus operandi’
– En realidad, no estamos ante piezas sueltas sino frente a un patrón de conducta de determinados grupos mediáticos. La puesta en órbita de Podemos no es muy diferente de la de Ciudadanos o, mucho más claramente, de la de Vox. El partido de Abascal estaba llamado a ser un grupúsculo extraparlamentario hasta que alguien echó cuentas y vio que darle alpiste era el modo de tumbar al PP. Merece la pena no perder de vista que los grandes fenómenos políticos surgen y fenecen en los platós. l