Doble asesino, suicida, maltratador habitual de mujeres y fascista con sangre azulísima y apellidos compuestos de rancio abolengo: No voy a celebrar su muerte, pero tampoco pienso lamentarla. Sí lamento, y creo no ser el único, que su carnicería no empezara por usted. Y ya no es que lamente sino que directamente me provoca una desazón incontenible escuchar los testimonios de sus vecinos en el exclusivo barrio de Salamanca de Madrid que dicen que llevaban años temiendo un desenlace así. El dedo señala a quienes no han evitado que se haya llevado por delante las vidas de su pareja y de otra amiga. Por añadidura, hay una constatación que fulmina los estereotipos al uso: no hay clase social que se libre de la violencia machista. Tampoco la más alta. l