- ¿Puede haber alguien que defienda la agresión rusa de Ucrania? Lo hay. Se llama Juan Manuel de Prada y firma en ABC cosas como esta: “No creemos que se pueda reprochar a Rusia que decida intervenir para atajar una masacre de compatriotas en el Donbass que dura ocho años. ¿Cuántos muertos más eran precisos para que la intervención rusa estuviese justificada?”. Ya antes de la invasión, el vehemente opinatero sostenía lo que sigue: “Cuando los medios de cretinización de masas se refieren a Ucrania suelen soslayar un detalle sin importancia. Todo el levante ucraniano hasta Kiev no solo forma parte de Rusia, sino que es la cuna histórica de Rusia”.
- Resulta curioso que en el mismo vetusto diario otro que tal baila, Salvador Sostres, abogue por dejarse de zarandajas y poner fin a la cuestión por las bravas: “La bomba atómica acabó la Segunda Guerra y no solo ahorró muchos más muertos de los que causó sino que ha sido el más profundo garante de la estabilidad y la paz de los últimos 80 años. De hecho, a Israel le basta insinuar que tal vez la tenga para mantener a sus viejos asesinos a raya”.
- Uno de los entretenimientos favoritos de los amanuenses diestros es encontrarle aliados a Putin en la piel de toro. Miquel Giménez dispara desde Vozpópuli a discreción: “Somos el único país de occidente en el que los partidarios de Putin están sentados en un consejo de ministros. El único. ¿Hasta cuándo durará esta ignominiosa situación? Incluso Sánchez, en su inmensa venalidad, debe reconocer que si quiere seguir en el club de las democracias debe prescindir del enemigo que tiene en casa. La historia es muy cabrona, presidente. O echa fuera a los comunistas de su gobierno u occidente lo echará a usted”.
- ¿Y si llamas imperialista a Putin? A Federico Jiménez Losantos tampoco le vale. Según bramaba en El Mundo, eres igual de bolchevique: “Bardem, Oscar de la Desvergüenza, dice que con Putin ha vuelto el imperialismo zarista. Y ante la embajada de Ucrania, hay que tener cuajo, recitó el argumentario del PCE y Podemos. Le faltó decir: ¡qué razón tenía Lenin al fusilar a los Romanov, al servicio y al perro; el otro perro escapó y ya ves!”. No fue ante la embajada de Ucrania, sino de Rusia, por cierto.