dmirado maestro de plumillas como el que suscribe: Me lo imagino camino del más allá un tanto avergonzado al verse convertido en noticia, que es lo último que debería ser un periodista. Pero no queda otra. Aunque hoy estemos a otras cosas, para los que nos dedicamos a este oficio de tinieblas, su muerte es motivo de un titular gordo, de un nudo en la garganta y de la vuelta a algunas de sus enseñanzas, Me quedo, de entre todas, con su invitación a ejercer esta profesión sin dejar de ser buena persona. Claro que en eso no todos podemos imitarle porque a usted le salía de natural y sin esfuerzo. Gracias por tantas décadas siendo un ejemplo de lo que no se enseña en los manuales. Será imposible no echarle muchísimo de menos.