espreciable letrado: Me ahorro escribir su nombre, aunque soy consciente de que es un esfuerzo baldío. No faltarán compañeros de mi gremio que contribuirán a convertirlo en una estrellita mediática, como ya ocurrió con el showman sin principios que defendió a la más célebre de las manadas de violadores. Ahora usted, mascarilla de la Legión española en ristre, corre a representar a los cuatro mastuerzos acusados de haber violado en grupo a una joven de Bergara y a otra de Gijón en la ciudad asturiana. Por supuesto que hasta el delincuente más abyecto tiene derecho a la defensa, pero no a costa del desprecio público a las víctimas afirmando que su versión es “una película”. Lo peor es saber que duerme tranquilo.
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