Qué escándalo, el Tribunal Constitucional decide sobre la constitucionalidad de leyes. Y qué vergüenza: las decisiones se toman según la ideología mayoritaria de los magistrados. La prensa de orden parece haber descubierto esos hechos tan simples. Y como, con la nueva composición del círculo de sabios, se respaldan leyes que no son del gusto diestro, toca cogerla llorona. Es lo que ha pasado con el fallo sobre la ley del aborto de 2010. Y las lágrimas no son por la tardanza…

El derecho al aborto de la mujer fractura al Constitucional”, ulula en primera La Razón. Si tenemos en cuenta que hablamos de un resultado de 7 a 4, tampoco parece exactamente una victoria por los pelos. De hecho, ese va a ser el resultado más repetido en lo sucesivo, que vayan acostumbrándose.

Más allá de las matemáticas, el editorialista del diario azulón se saca de la manga un curioso teorema que sintetiza en su título: “El TC y la usurpación de la voluntad popular”. La argumentación viene a ser que el tribunal de garantías no puede decidir sobre una facultad de las Cortes: “Nos hallamos, pues, ante un supuesto de una gravedad inocultable, puesto que se abre el camino para que la turnicidad en las mayorías pueda llevar a interpretaciones constitucionales no sólo dispares, sino alejadas del espíritu constituyente del texto fundamental sobre el que se conforma nuestro sistema democrático y de derecho, que fue respaldado por las Cortes, primero, y refrendado en las urnas, después, por la inmensa mayoría de los españoles”. Lo dicho, acaban de descubrir lo que viene pasando desde que nació la institución.

"Es incomprensible que un Tribunal Constitucional y su presidente se encarguen de crear nuevo Derecho"

Francisco Marhuenda (La Razón)

Por si no se había entendido, el director, Francisco Marhuenda, nos sirve una dosis de recuerdo: “Ahora resulta difícil recordar a los titulares de las carteras y asociarlos con una actuación o una norma que tenga vocación de continuidad. Es triste, pero cuando recordamos al impulsor de una ley es precisamente por lo contrario como se ha visto en las últimas semanas. Es fácil recordar a los grandes legisladores, pero es incomprensible que un Tribunal Constitucional y su presidente se encarguen de crear nuevo Derecho. No recuerdo ningún caso en los países de nuestro entorno”.

En ABC también piden el frasco de las sales. “El TC se excede con el aborto”, sentencia (nunca mejor dicho) el editorialista. Y de nuevo volvemos a encontrarnos con el descubrimiento de que las mayorías ideológicas cambian el sentido de las decisiones: “Lo ocurrido es grave y abre la puerta a que en el futuro otras composiciones del TC, incluso ideológicamente diferentes, puedan también 'legislar' por su cuenta, con los riesgos que ello podría conllevar. La mayoría progresista del TC yerra además cuando señala que la «opción regulatoria» de la ley de plazos es acorde con su propia doctrina”.

"El Gobierno actúa contra el ordenamiento y posteriormente el Tribunal constituyente lo acepta"

Irene González (Vozpópuli)

A Irene González (Vozpópuli) tampoco le ha gustado un pelo la decisión. Y no solo por esta ley en concreto, sino por todas las que tiene en lista de espera el tribunal: “Un Tribunal Constitucional profundamente ideologizado y sin ninguna apariencia de imparcialidad decidirá sobre la eutanasia, el problema lingüístico en Cataluña, la memoria histórica, la rebaja de la sedición y la malversación. El Gobierno actúa contra el ordenamiento y posteriormente el Tribunal constituyente lo acepta. La autodeterminación, y no de la mujer, será la promesa para otro acuerdo entre el PSOE y los separatistas. El proceso constituyente está en su recta final”.

Podría sorprender que el digital ultracatólico El Debate no haya entrado a saco en un asunto que le es tan propio. En realidad, es falta de cintura. Las columnas de hoy ya estaban hechas y no era cuestión de cambiarlas. Con todo, la opinatera Mayte Alcaraz intentó colar una morcilla sobre el asunto en una filípica contra Zapatero. Y así le quedó: “Sánchez no sería Sanchidad si no hubiera existido Zapatero. Él le allanó el camino para claudicar sin rubor ante el independentismo catalán, del brazo de Maragall; él comenzó la demolición del constitucionalismo y la imposición de una ingeniería social contraria a los valores del humanismo cristiano (la sentencia del TC sobre el aborto es su penúltimo legado)”. Por si no notaba que se trata de un pastiche, el título se delata: “Aborto y ETA, el legado de Bambi”.

Terminamos con el desmarque de Pedro J. Ramírez respecto a la postura mayoritaria en la diestra mediática. Al diario que dirige, o sea, a él, sí le ha gustado la sentencia: “La decisión del Constitucional, con la que El Español coincide, contribuirá a cerrar desde el punto de vista jurídico un debate hoy amortizado por los españoles. Eso no implica, sin embargo, que el debate moral y político no pueda seguir vivo. Pero lo hará en un marco de seguridad jurídica sólido y sobre el que no pesarán ya dudas”.