Dos de cada tres veces que la mayoría que sustenta al gobierno español aprueba una medida que disgusta a la derecha, el ultramonte mediático saca el comodín del golpe de estado. Ha vuelto a ocurrir con la toma en consideración —de momento es solo eso— de la iniciativa para reformar el delito de sedición.
“Se consuma el golpe al poder legal del estado”, aúlla La Razón en el encabezado de su editorial. Para ilustra la pieza en la edición digital, se ha escogido una fotografía del líder de EH Bildu. ¿Por qué? Para que cuadre el arranque de la filípica: “No podía expresarlo más claro el coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegui, al advertir de que los «procesos independentistas no se frenan con el Código Penal», especialmente, añadimos nosotros, si es el propio gobierno de la nación el que consuma el desarme de uno de los principales instrumentos del Estado, como es el ordenamiento penal que responde a las conductas delictivas”.
"“Separatistas y proetarras aprueban con nocturnidad la eliminación del delito de sedición impulsada por Sánchez”"
Como la votación llegó tarde, a eso de la una y pico de la madrugada, solo algunas cabeceras digitales llegaron a contarlo en tiempo y hora. Con titulares de alto octanaje, como van a ver. Libertad Digital abre su portal así: “Separatistas y proetarras aprueban con nocturnidad la eliminación del delito de sedición impulsada por Sánchez”. Mola lo de la nocturnidad, a la que también se apunta El Debate para su noticia más destacada: “El Gobierno y los separatistas inician el asalto del Código Penal con nocturnidad”.
El editorialista de El Mundo está que echa las muelas: “Ayer el Ejecutivo encabezado por el PSOE apuntaló el proyecto de futuro que su líder tiene para España. Después de todas las cesiones que el Gobierno ha realizado a los partidos que luchan contra la igualdad entre ciudadanos y la integridad territorial del país, se constata que el experimento ya no es tal. Nadie puede negar ya que ERC y Bildu no son socios aritméticos de Sánchez, sino los garantes de su futuro político. Otegi lo ha descrito con claridad: «No hay gobierno de progreso en el Estado español si los que nos queremos marchar del Estado español y además somos de izquierdas no sostenemos esa oportunidad»”.
Al cabreo por el primer paso de la reforma de la sedición se une el disgusto por ver cómo muchos titulares del día se los llevaban los insultos de una diputada de Vox a la ministra de Igualdad. Una cortina de humo, claman las huestes cavernarias. Lean, por ejemplo, a Guadalupe Sánchez en The Objective: “Es un intento desesperado de correr un tupido velo sobre las gravísimas implicaciones de la derogación del delito de sedición. Efectivamente, mientras banalizan la violencia otorgando tal categoría a lo que no es más que una zafiedad, aprueban con su voto la claudicación de todos los españoles ante quienes persiguen atentar contra el orden constitucional y comprometer la integridad territorial de nuestro país”.
El subdirector de El Debate, Luis Ventoso, se abona a la tesis utilizando tal cual la expresión “cortina de humo” y, de propina, “golpe de estado”: “Reconozcámoslo: nadie distorsiona la realidad con la maestría de la izquierda. Gran Operación Cortina de Humo. Sobreactuación histérica sobre los ataques a Irene Montero para camuflar el Superjueves de la Infamia, la nefasta jornada en que el PSOE convirtió en un picnic el dar un golpe de Estado separatista, pues era el pago acordado por Sánchez con Junqueras y Otegui”.
"Criticar a Irene Montero por haber recibido su cargo de manos del macho alfa con el que tiene tres hijos no es un ataque personal"
Y entrando ya en los insultos a Montero, aparte de lo del montaje para despistar, los amanuenses diestros recetan ajo y agua. Uno de ellos, Daniel Rodríguez Herrera, de la cuadra de Libertad Digital, se permite la gracieta de poner como titular la primera parte de cierto refrán chusco: “Donde tienes la olla”. He aquí una muestra del desparrame: “Criticar a Irene Montero por haber recibido su cargo de manos del macho alfa con el que tiene tres hijos no es un ataque personal. Es un ataque político a una formación que ha hecho de la lealtad personal la única vía no ya de ascenso, sino de permanencia. Al menos el bipartidismo buscaba jubilaciones de oro a quienes habían caído en desgracia con el jefe. Pero sólo unidas pudieron quienes cantaron las alabanzas del macho alfa. Los demás fundadores, y cientos de personas por debajo, tuvieron que salir del partido o fundar uno propio para sobrevivir”.
En ABC, Ignacio Camacho apunta prácticamente lo mismo: “Que Irene Montero es ministra por imposición expresa de su pareja es una obviedad tan manifiesta como que la cúpula de Podemos se ha convertido —si es que alguna vez fue otra cosa— en un clan exclusivo de amigos de Pablo Iglesias, que tan duras palabras empleó en su momento para denigrar la carrera de Ana Botella. También es una evidencia para cualquier conocedor de la política que Ione Belarra está en el Gobierno y en la dirección del partido por su amistad fraterna con la propia Montero”.
Y nos falta, para terminar, el punto redondo que pone Francisco Marhuenda en homilia de la última página de La Razón: “No me sorprende la cínica reacción de Montero haciéndose la víctima, porque debe recordar la grosería consustancial que acompaña a los exabruptos del líder de su partido. Por supuesto, también los comportamientos reprobables de algunos de sus compañeros. Entonces no se quejó del zafio ataque contra Botella. Esa doble vara de medir es impresentable, aunque intente enmascararla envuelta en el feminismo y descalificando a Toscana llamándola fascista. Es un error victimizar a Montero, porque es darle la oportunidad que busca de desviar la atención sobre lo que es realmente importante: la pertinaz ineficacia de su ministerio”. Chispún.