El proyecto de presupuestos de Sánchez (y Díaz) tiene enfurruñadísima a la diestra mediática. “Sánchez exprime a la clase media con 263.000 millones en impuestos”, aullaba La Razón en Primera. En la contraportada, Francisco Marhuenda añadía su lágrimas de exprimido miembro de la clase media: “El dinero no es de Sánchez o del PSOE, aunque lo parezca, mientras que el endeudamiento brutal sí que es de todos. La clase media trabajadora, que vota sobre todo al centro derecha, hace mucho tiempo que no compra estos mensajes”.

También en el periódico azulón, Pepe Lugo se unía al crujir de dientes con pretendida retranca: “Si nota que la cartera cada vez le pesa menos y que por mucho que trabaje no consigue salir del pozo no se preocupe que no es culpa del horóscopo ni de que le hayan lanzado una maldición. Le pasa porque usted es «rico», aunque no tenía ni idea de que lo era hasta que la ministra Montero le puso el puñal en el pecho para quitarle el dinerito”. Ya les decía, pretendida retranca.

Igual de de pretendida que la creatividad de Pablo Molina al titular “El presupuesto más social-ista” su pieza de aliño en Libertad Digital. Eso sí, el amanuense no se deja ni un tópicazo liberalote por usar: “El Gobierno socialcomunista aumenta la presión fiscal hasta límites confiscatorios a pesar de estar atravesando una crisis devastadora, con unos precios de la energía disparados y una inflación desbocada que va a subir todavía más. Ahora, ese mismo Gobierno dice que destinará una parte de toda esa ingente cantidad de recursos expoliados a la clase media y trabajadora para crear nuevos subsidios y aumentar un poco los ya existentes y presenta a los ciudadanos esta estafa monumental como un acto de generosidad”.

El director de ABC, Julián Quirós, no perdía la oportunidad de dejar su recadito: “El Gobierno se comporta como si le hubiera tocado la lotería, porque en efecto parece que le hubiera tocado. La desgracia de la inflación y sus consecuencias en forma de desaceleración, que tanto daño están provocando a familias y empresas, tiene en cambio un beneficiario indirecto: la administración, que ve rebosar la recaudación mientras gasta y gasta”. Debe de ser la versión del clásico “Como sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te paso un ladrillo”.

Sin salir del vetusto diario, nos encontramos con Carlos Herrera echando cagüentales sobre los presupuestos… en nombre de la clase trabajadora. Se lo juro: “Lo hacen con unos ingresos desmedidos que no proceden de la prosperidad económica, sino de aprovecharte de la inflación para ingresar más IVA y de fundir a impuestos a la clase trabajadora y a las pequeñas y medianas empresas”.

Cerramos esta selección casi como empezamos, con la metáfora de la clase media como naraja que exprime el gobierno bolivariano. Verán que algo así viene a decir Antonio Jiménez en El Debate: “En todo caso, si la realidad dinamita el voluntarismo de las cuentas, Sánchez, Montero, Escrivá, Calviño y demás tropa volverán a echarle la culpa de sus cálculos erróneos y electoralistas a la guerra de Putin y también al PP por empeñarse en bajar los impuestos, cuando de lo que se trata es de exprimir a los contribuyentes activos y a las empresas, empobrecer el país, generar más paro y crear legiones de subsidiados, cosa muy propia de los regímenes populistas bolivarianos y comunistas de toda la vida, vamos”.