Juegos florales en Diestralandia en honor de su muy transparente majestad, que ha tenido la enorme deferencia con sus súbditos de decirles a cuánto asciende su patrimonio. En concreto, dos millones y medio de euros. Una castaña en comparación con el pastizal que acumuló su progenitor, pero un capitalazo al lado de lo que llega juntar el común de los mortales.
Tanto da, para los amanuenses cortesanos lo importante es el detalle de honradez sin límites. "La Corona de la transparencia", encabeza La Razón un editorial desbordante de melaza: "Los esfuerzos del Rey en pos de la transparencia y la ejemplaridad de la institución en todos sus actos y disposiciones se han convertido en un rasgo distintivo del que la nación puede sentirse orgullosa. Han sido notorias y determinantes las reformas en ese ámbito, auspiciadas por la voluntad y la convicción de quien como Don Felipe ha respondido desde el primer día del reinado a su función constitucional y a su compromiso con los españoles. Es la razón de que Felipe VI goce hoy de una popularidad extraordinaria entre los españoles, que reconocen y valoran su seriedad, rigor, sensatez y cercanía en todos y cada uno de los escenarios, en los buenos y en los menos buenos".
ABC se suma al concurso de loas hiperbólicas con otro editorial. Lleva por título "Don Felipe, de nuevo ejemplar". Tan ejemplar, que hasta le moja la oreja a Pedro Sánchez: "El paso de Don Felipe tiene, además, la virtualidad y el mérito de suplir el proyecto de ley de la Corona que Pedro Sánchez tenía en la cabeza, ya descartado por carecer de sustento constitucional. El propio Rey, por su voluntad, abre en canal sus cuentas y su patrimonio y da una lección de ejemplaridad a quienes, con mucha menos legitimidad para hacerlo, no dejan de reclamársela pese a la intachable trayectoria que ha mostrado durante todo su reinado. Vuelve a adelantarse por tanto Don Felipe".
También el editorialista de El Mundo comparece en decúbito prono y con lengua dispuesta al lametón regio: "La palabra dada por Felipe VI a los españoles el 19 de junio de 2014, cuando fue proclamado Rey de España, no cayó en saco roto. El Rey está cumpliendo los compromisos que adquirió con los ciudadanos para modernizar la Corona. Ayer, Felipe VI fue fiel a su deber de transparencia y rindió cuentas ante los españoles, en una decisión personal e inédita. Felipe VI está cumpliendo con la regeneración institucional que prometió. Solo cabe desear que otras instituciones sigan su ejemplo".
En el mismo diario, y anunciado desde la portada, se completa la glosa con un texto lamelibranquio de Eduardo Álvarez, el opinatero más cortesano de la plantilla. "Un estriptis económico que apuntala a la Corona", aplaude en el encabezado. Luego va enjabonando a su señor hasta terminar talque que así: "Hay una voluntad firme y merecedora de aplauso de hacer de la Jefatura del Estado moderna una institución referente en principios éticos". Ya sé cómo me dice.
Espiar a los malos está bien, parte quinta
Además de sacar brillo al coronado, la brigada detergente de la prensa de orden sigue blanqueando a sus llamado servicios de inteligencia, que solo espían a los malos y con razón. Aunque todavía se puede rizar más el rizo como hace Cristian Campos en El Español. Su pieza se titula "Las 25 preguntas del caso Pegasus que apuntan a un montaje indepe". Y exactamente se trata de eso, 25 preguntas que invierten la carga de la prueba. Los espiados se lo han inventado con la ayuda de unos rojos candienses: "¿Qué credibilidad tiene el informe de una universidad canadiense cuyo prestigio, y financiación, y clientela, dependen en buena parte de que sus investigaciones reciban atención mediática?".
Juan Fernández Miranda, reciente autor de un libro en el que desvela el espionaje a granel del CESID, precendente del CNI, se apunta a la fuesta en ABC: "No nos pongamos estupendos: que los servicios de inteligencia espían no puede ser motivo de escándalo, y menos cuando la cosa tiene que ver con espiar el intento de secesión a las bravas que impulsaron y aún impulsan -«ho tornarem a fer»- esta generación de políticos que están arrasando Cataluña. Es sabido que una de las responsabilidades del CNI es advertir al presidente del Gobierno de cualquier amenaza contra la «independencia o la integridad territorial de España». Pero los ofendiditos indepes prefieren actuar como el capitán Renault en Casablanca".
Llegamos al punto final en La Razón, que le pone una flechita hacia abajo al diputado Jon Iñarritu (uno de los espiados) por pedir dimisiones. Lean la argumentación: "La querencia de la izquierda, más aún la proetarra, a la justicia sumaria siempre que no sean ellos los implicados es una seña de identidad antidemocrática. Iñarritu ha pedido ceses por el «caso Pegasus» cuando todavía no es más que un mero supuesto".