“Los fachas de Vox”- Es ya una tradición pascual más. Al día siguiente del domingo de resurrección, el ultramonte brama contra el akelarre de los pérfidos vascones. Va el primer espumarajo, a cargo del editorialista de El Mundo: “El Aberri Eguna, el llamado Día de la patria vasca nos ha dejado este año la desfachatez de un PNV que cree que puede rebañar votos con el discurso del cordón sanitario en España a los fachas de Vox mientras tendía ayer sin disimulos la mano a Bildu. Inadmisible fue, igualmente, que los peneuvistas compararan el País Vasco con el Sahara y Ucrania para reclamar la matraca del derecho a decidir”.
Otra de lo mismo - En el mismo diario, Santiago González abundaba en idéntico potito ideológico: “El presidente del PNV culpó al PSOE y al PP de haber facilitado la entrada al Gobierno de Castilla y León a los fachas de Vox. Es mucho desahogo para un partido que ha basado su poder en el hecho de que una banda terrorista con la que guardaba alguna afinidad ideológica asesinaba a sus adversarios”.
Del Burgo al aparato - En Vózpópuli, Jaime Ignacio del Burgo -sí, ese Jaime Ignacio del Burgo- supuraba por su rancia herida desmemoriada: “El PNV, de vuelta a la Plaza Nueva de Bilbao, se ha centrado en Guernica. La formación que lidera el Gobierno vasco aprovechó la alusión del presidente Zelenski en el Congreso de los Diputados, quien comparó el bombardeo de Guernica en 1937 con las masacres rusas en la guerra ucraniana, olvidando que los muertos fueron 126 y se produjeron en el marco de una guerra civil donde eran vascos muchos de los combatientes del bando nacional”. La pieza se titulaba “La Ucrania de Euskal Herria”, y se refería a Navarra, en cuya capital celebró su Aberri Eguna EH Bildu.
Iruñea/Jerusalén - También Ignacio Camacho eligió Iruñea como inspiración para su derrape en ABC: “Pamplona es una especie de Jerusalén del nacionalismo vasco. La capital simbólica de ese ente fantasmal llamado Euskal Herria, que carece de entidad jurídico-política y nunca ha funcionado como espacio único cultural o lingüístico, pero que en la mentalidad abertzale tiene la fuerza fundacional de un mito. Una invención a cuyo servicio derramó ETA la sangre de más de cuarenta víctimas del terrorismo”.