Les confieso que esperaba con avidez la nueva mandanga de Juan Manuel de Prada en ABC. ¿Después de su tercera columna favorable a la invasión rusa de Ucrania, habría una cuarta? La ha habido, pero dulcificada. Esta vez, en lugar de clamar por la razón que asiste al invasor, ha disparado dialécticamente contra los que insultan a quien ha ordenado la masacre: "La realidad es que tanto 'extrema izquierda' como 'extrema derecha' han encontrado al fin en Putin un demonio de consenso. Lo que no consiguieron Hitler y Stalin, Franco y Castro, lo ha conseguido Putin, que no sabemos si se saldrá con la suya en Ucrania pero que, desde luego, ha logrado ensanchar el 'consenso democrático' de Occidente, brindando un demonio de carne y hueso para todos y todas, un demonio unánime que a todos y a todas les permite acampar en el 'lado correcto de la Historia' y avanzar juntos -como instrumentos indistintos del hegeliano Espíritu del mundo- contra el sexismo, el racismo, el maltrato animal, el cambio climático, el coronavirus y el colesterol".
También en el vetusto diario, Jesús Lillo tira por la calle de en medio. La solución a la guerra es cargarse a Putin. Y propone hacerlo: "Matar a Putin sería un bendición, empezando por los mismos rusos. Que en el concilio de Constanza la Iglesia se desmarcara del tiranicidio, o que el patriarca de Moscú santifique estos días la invasión de Ucrania, solo nos puede llevar, pasando por la teología pistolera de Franklin, a las palabras y las dudas de Benedicto XVI en Auschwitz: «¿Dónde estaba Dios en esos días?». Quizá tenga la respuesta el portavoz de Joe Biden". No apostillo. Solo entrecomillo.
Lo que ustedes no saben y Jorge Fernández Díaz sí es que todo esto nos ocurre por habernos alejado de Dios. Según la teoría que lleva explicando en ya tres columnas, "Rusia y guerra conducen a Fátima". Observen el nivel de desbarre del exministro: "Todo lo que la Virgen anunció ese año en Fátima se fue cumpliendo inexorablemente. Así, cuando san Juan Pablo II sufrió su atentado el 13 de mayo de 1981, vio en esa coincidencia una llamada a hacer el pedido solicitado, que quiso realizar el 25 de marzo de 1984. La Guerra Mundial no se evitó por no haber atendido a su solicitud, pero entonces cayó el Muro de Berlín y a continuación desapareció la URSS. «Casualmente» en la fiesta de la Inmaculada Concepción de 1991". Tiene que hacérselo mirar. O ya no. No parece que tenga remedio.
De jaculatoria en jaculatoria, nos encontramos en El Debate con Mayte Alcaraz poniendo velas negras a las ministras Ione Belarra e Irene Montero: "Dicen estas fans de Putin que los partidos que apoyan la ayuda militar a Ucrania son partidos de la guerra. Es decir, según ese razonamiento sofista, las dos formaciones de la paz en España serían Podemos y Bildu. Prepárense: mañana, 8 de marzo, las oiremos proclamar su ideología feminista; pero que no disimulen, en la magia negra de Iglesias es el macho el que manda y las mujeres las que obedecen invocando a los muertos. No lo saben, pero Ione e Irene están tan muertas como Patrick Swayze y Pablo Iglesias".
También agarrándose a la liana del 8 de marzo, Javier Somalo regurgita en Libertad Digital: "Lo más importante que se acerca es el 8-M, genuino producto nacional que exportamos como nadie. ¿Ucrania? Con perspectiva de género, como mucho. Por si alguien piensa que este infierno le es ajeno al carecer de referencias icónicas de la izquierda, pueden acercarse a Victoria, ucraniana de 26 años enterrada en un bunker de Kiev. Lo estará también mientras otras corearán consignas de lucha contra la opresión heteropatriarcal por las tranquilas calles de España".
En Vozpópuli, Miquel Giménez fantasea con lo que titula "El inicio de la gran coalición". Según su lúbrica imaginación, Putin puede unir los destinos de PSOE y PP, sobre todo, ahora que Feijóo se va a hacer con la vara de mando genovesa: "En Génova se frotan las manos porque entienden, no sin razón, que ha llegado el momento de lo que desde Europa se viene reclamando, un acuerdo entre los dos grandes partidos con el concurso de Ciudadanos. Que esa Grosskoalitionen podría ser beneficiosa es indudable. Eliminaría de la ecuación comunistas, separatistas y bilduetarras".
Contra y con Feijóo
Ya que hemos mentado a Feijóo, les he apartado dos copiapegas de textos inspiradaos en el mesías gallego. Empiezo por la colleja, que lleva la firma del director de Vózpuli, Jesús Cacho: "Descartada Díaz Ayuso (y no digamos ya gente como Cayetana), encarnación de ese aire fresco que el «aparato» rechaza y combate con saña, Feijóo es la joya de la corona, el último de Filipinas, el clavo ardiendo al que agarrarse en el cabo de las tormentas. No hay más. No había más en el armario. Ocurre que no hay nombres porque no hay ideas, no hay líderes porque no hay una ideología detrás que los sustente".
Es justo lo contrario que opina el editorialista de El Mundo, que glosa así las respuestas del presidente de la Xunta en la entrevista concedida a ese mismo diario: "Ofreció una credencial de liderazgo creíble y maduro, alejado de frivolidades y bandazos: esta y no otra es la necesidad más urgente de cuantas tenía el PP para recuperar el crédito de los votantes. Después del liderazgo viene el programa, que el PP no necesita inventar sino actualizar y exponer con claridad: un centroderecha reformista, abierto a liberales y conservadores, europeísta, baluarte del constitucionalismo abandonado por el PSOE por la deriva radical del sanchismo".
De propina, una subida a la parra lingüística a cargo de Rafael del Moral en El Español: "La lengua española es la heredera de la gesta del latín. No hace falta demostrarlo. Basta el reconocimiento de quienes lo hablan o aprenden en el mundo. Sin el español, lo sabemos, gente que habla catalán o vasco quedaría incomunicada, pero como está de moda poner en cuestión lo evidente, no nos importa negar la realidad a favor de turbios intereses. Por eso hay que decir claro y con fuerza que la única lengua libre de España es esta en que escribimos. Todas las demás sobreviven con la condición de que sus hablantes conozcan, dominen y se sirvan ampliamente del español o castellano".