Enseguida les contaré por qué a la mayoría de la prensa de orden le parece bien el acuerdo para reformar (valga la redundancia) la reforma laboral de Rajoy. Pero, como es noche buena, les pongo como aperitivo lo más jugoso, el encabritamiento sideral de La Razón con el jefe de la patronal española, Antonio Garamendi. Pasen y lean.
La primera bofetada llega en la apertura de portada a todo trapo: “Garamendi se entrega a Díaz y apoya la reforma laboral”. Lo del entreguismo se vuelve a mentar en un editorial titulado “Garamendi, cómplice del error de la reforma”, que se resume en estas dos frases: “Antonio Garamendi ha preferido la componenda con un Gobierno que había hecho bandera de una reforma contraproducente, innecesaria y de tintes políticos revisionistas. En definitiva, un error injustificable”.
Eso es solo el calentamiento. En su descarga de la última página, el director, Francisco Marhuenda, imagina a a Garamendi poco menos que atado con cinchas de cuero por la viepresidenta. “Garamendi, marqués de la Sumisión”, es el título de una pieza que empieza así: “El Gobierno está muy contento con la rendición de la CEOE en la reforma laboral. Es verdad que era algo previsible conociendo la sumisión de Antonio Garamendi a Yolanda Díaz, pero existía un tenue atisbo de esperanza”.
Y aunque me suelo limitar a un entrecomillado por pieza, de esta de Marhuenda no me resisto a servirles otro: “A nadie le sorprenderá que el dócil Garamendi se haya convertido en un ministro más del Gobierno socialista comunista, aunque con la ventaja de que sale gratis y no le pagan nómina directamente. La única duda es saber si Sánchez le otorgará la gran cruz de Carlos III cuando deje de ser ministro porque el PP gane las elecciones”.
Se la hemos colado
Ya les digo que La Razón es la excepción. La mayoría de las cabeceras autotituladas “de centroderecha” aplauden el acuerdo. ¿Y eso? Pues porque, según su versión, se la han metido doblado al soviet de Moncloa. Es lo que viene a decir el editorialista de ABC: “El acuerdo no avala la soberbia verborreica con que el PSOE y Podemos presumieron de fulminar la reforma laboral. Se han impuesto la lógica y el realismo frente a la jactancia de una izquierda mitinera y sobreactuada”.
También en el vetusto diario, Carlos Herrera se abona a la tesis: “Conviene ser conciso en la terminología: lo que aprobará el Consejo de Cantamañanas en Moncloa no es una derogación de la reforma del gobierno de Rajoy: es un retoque. Más o menos acertado, pero un retoque”.
“Actualización sin derogación”, titula El Mundo su editorial. Como argumento, el arriba mentado, que al gobierno le han colado un gol de caño porque, en el fondo, a Sánchez, Díaz y sus socios les ponía la reforma del PP: “Durante los años de oposición, PSOE y Podemos hicieron de la reforma laboral del PP un fetiche maligno, epítome desalmado de la derecha neoliberal; pero una vez en el poder y bajo la prueba destructiva de la pandemia, la izquierda española parece haberse rendido a las bondades de una normativa de cuya capacidad para generar empleo o proteger a los trabajadores con los ERTE no dejan de presumir como si se tratara de méritos propios y no heredados”.
Y el último aplauso que les aparto es el de Pedro J. Ramírez en su papel de editorialista de su criatura digital, El Español. Lo recibe el mismo que al principio de estas líneas recibía estopa: “Antonio Garamendi, muy cuestionado a lo largo del año, ha salvado los muebles como presidente de la CEOE arrancando un texto aceptable para los empresarios”. Debe de ser el espíritu de las fechas.