Transición mancillada - El propio Gobierno español ha reconocido (hay que ser cínico) que lo de saltarse la ley de Amnistía es un brindis al sol de aquí a Lima. Pero en Diestralandia las apostillas que estropean los tiulares se pasan por alto. “Golpe a la transición”, se enfurruñaba el editorialista de ABC, antes de scacar la cacharrería dialéctica de repertorio: “Se trata de volver a abrir heridas, por puro ventajismo, que ya suturaron de forma generosa cuando se aprobó la Constitución y los españoles se conjuraron más con su futuro y la democracia que con su pasado. Pretenden demoler el muro de carga de un exitoso sistema de libertades y de un modelo ejemplar de superación de odios cainitas. No es solo electoralismo. Es rencor real”.
Ganar la guerra civil- ¿Cainismo? Qué casualidad que el editorial de El Mundo usara la misma palabra. “El miserable arte del cainismo”, era el titular de una pieza que apuntaba a las urnas: “Este patético afán por ganar la guerra civil en 2021 esconde groseros fines electorales: que los votantes de izquierda no dejen de considerar franquista a la oposición por un solo instante. Que Vox crezca para que la izquierda se movilice a su vez. Cada voto será necesario”. ¿No habíamos quedado en que “los españoles están en otra cosa”?
Guerracivilismo - Cómo iba a perderse esta fiesta Pedro J. Ramírez, sacerdote supremo de la Inmaculada Transición. “No, la democracia no empezó con la izquierda”, clama el título de su desatado editorial en El Español. Su llantina es porque los destructores de España llevan al PSOE por la mala senda: “Son aquellos que trabajan hoy con más empeño para dividir a los españoles y demoler el Estado de derecho y la Constitución del 78 los que han arrastrado a un partido de gobierno como el PSOE a un delirante revisionismo de la Transición. El camino del guerracivilismo no conduce a ningún lugar sano”.
Cambiar la historia -“No es memoria, es frentismo sectario”, se desgañitaba el editorialista (llámenle Francisco Marhuenda) de La Razón. Su resumen es escasamente sorprendente. Las enmiendas solo buscan cambiar la Historia: “No tienen más objetivo aparente que la de hacer pasar por verdades incontestables las interpretaciones históricas de la izquierda”. No hay más que añadir.