Ya se sabe: días de mucho, vísperas de nada. Después del resacón del festejo por los 40 años del Tejerazo, las plumas diestras andan con el biorritmo bajo, sin saber muy bien a dónde apuntar sus cañones de tinta. Algunos de los escribidores viven todavía del recuerdo de la fecha legendaria. Es el caso de Jorge Fernández Díaz, que titula su columna diaria en La Razón "23-F exitoso: el de 1936". Comprendo su sorpresa. Se refiere el exministro afinador al día en que el Frente Popular ganó las elecciones de 1936. Dice haber leído un ensayo que "arroja el demoledor resultado de acreditar el fraude electoral, que incluso mediante el uso de gran violencia física saldada con numerosos muertos y heridos, tuvo como resultado un pucherazo electoral que deja a Romero Robledo como un aspirante a aprendiz". Y ahora, a Wikipedia a ver quién era el tal Romero Robledo.
Otro que está todavía con el retrovisor es Raúl del Pozo, que suelta la mano como quien no quiere la cosa en su legendaria contra de El Mundo: "La hispanofobia también ha llegado a las Cortes. Hay en el Congreso nueve partidos que no quieren ser españoles. Pocas veces se ha visto en un parlamento tantos diputados que aspiren a destruir el país que les paga. Su última hazaña ha sido un plantón al Rey en la celebración del fracaso del golpe del 23-F".
Hispanofobia, dice Del Pozo. ¿Y cómo se llama el odio a las lenguas no mayoritarias? Odio, o cuando menos, desprecio absoluto como el que muestra el jefe de Opinión del diario digital El Español, Cristian Campos, en este tuit: "Ojalá desaparezcan todas las lenguas minoritarias y acabemos hablando todos en inglés o en español. El mundo sería un lugar mejor, más pacífico, más culto y más civilizado si sólo existiera una lengua".
Pero claro, el nacionalismo español no existe. Ya, pues vean qué bien lo disimula el articulista de La Razón José María Marco en este par de frases: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. En otras palabras, empeñarse en seguir hablando de Constitución o de constitucionalismo sin patria y sin nación -indisolubles e indivisibles, por si acaso no estaba claro- es una ficción en la que confían cada vez menos electores o ciudadanos españoles".En defensa de Esperanza Aguirre
No ha sentado bien en ciertos ámbitos cavernarios que el cantor Bárcenas apuntase a Esperanza Aguirre como receptora de un pico de pasta en negro. En primer tiempo de saludo a la lideresa, el director de ABC, Julián Quirós, anota: "Hace falta algo más que una acusación sin pruebas, sin documentos y sin más corroboración que la de un reo al que le pesa tanto la sed de venganza como la necesidad de echarle los muertos a otros".
De director a director, Francisco Marhuenda también echa un cable a Aguirre y, por el mismo precio, a todos los dirigentes del PP que presuntamente pillaron cacho: "El asunto más goloso son los sobres como visualización de una trama corrupta, porque el enredo es ilimitado y no se necesita ninguna prueba para extender la sombra de la sospecha sobre cualquier dirigente". Pues unos cuantos han ido ya al trullo, Marhuenda.
Y como fin de fiesta, una del veterano Carlos Dávila en Okdiario —sí, ahí escribe el hombre de tanto en tanto— que contiene todos las gamas de lo rancio, desde machirulismo a homofobia: "[Sánchez no dice] ni una palabra contra su socio, el moño más desagradable del país, que a la Justicia hay que tenerla aherrojada porque ya se sabe que los jueces son muy suyos y muy independientes, y que a responder a los terroristas de la kale borroka tienen que salir dos chicas buenas, Calvo y Robles, porque a Marlaska no le va la varonil contestación a los chicos Molotov". Suficiente por hoy.