Alfons Cornellá es fundador del Instituto Next y de Infonomia. Experto en innovación, ha publicado alrededor de cuarenta libros sobre negocios, tecnología e innovación, así como numerosos artículos breves sobre cómo las tecnologías pueden transformar las organizaciones. Asesora a algunas de las mayores empresas españolas y ofrece numerosas conferencias. En el foro de Álava Objetivo organizado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el próximo 24 de octubre a las 9.30 horas en el Palacio de Congresos de Europa hablará sobre la distancia entre la normalidad y la radicalidad que “se ha reducido prácticamente a cero.
“Podemos esperar prácticamente cualquier cosa de la ciencia, la tecnología y de los comportamientos sociales. Es interesante conocer y analizar ejemplos prácticos sobre qué es innovar, y la centralidad del valor en innovación; la oportunidad de resolver problemas; y cómo detectar los activos invisibles de una organización”.
¿Pensamos en el futuro?
No se si el verbo exacto es pensamos. Creo que nos inquietamos por el futuro, y normalmente lo hacemos desde el miedo. Nos preocupa lo que nos pueda pasar, y reaccionamos realizando acciones que nos parece que pueden darnos más protección respecto a los riesgos del futuro. Aparte, el día a día es suficientemente duro como para dejarnos energía para pensar más allá del presente. Y, sin embargo, el mundo va lo suficientemente rápido como para hacer imprescindible prepararse de manera decidida para un futuro al que, probablemente, no podremos responder haciendo lo que hoy sabemos hacer bien.
¿Qué podemos esperar de él?
Más que hablar de futuro quizás sea más adecuado hablar de futuros. Lo más relevante en este campo hoy es que hoy tenemos la opción no solo de meramente adaptarnos a lo que va cambiando, sino que podemos decidir qué futuro queremos. Desde esta perspectiva más agencial del futuro (somos agentes y podemos intervenir en lo que nos gustaría que ocurriera) lo la pregunta principal no es qué podemos esperar del futuro sino que tenemos que hacer para que entre los futuros posibles esté el futuro al que aspiramos, el que deseamos, el que creemos que es el mejor para satisfacer los objetivos que perseguimos.
En su intervención hablará concretamente de lo que podemos esperar en 2048. ¿Por qué en esa fecha? ¿Y cómo ve ese futuro por entonces?
Hay muchos horizontes posibles, claro está: el 2030, 2040, 2050… Pero, en mi opinión, el mundo cambiará de era en 2049, cuando se cumpla el primer centenario del acceso al poder del Partido Comunista en China. Se mostrará, creo, con contundencia, que en ese momento China liderará el mundo, desde la ciencia y la tecnología, con una aplicación extremadamente eficiente a los negocios.
La fecha para mi relevante, el 2048, es, por tanto, justamente el año antes de que el mundo cambie de forma transcendental. En las próximas dos décadas (de hecho, 25 años) habrá cambios espectaculares en el mundo (en energía, en educación, en salud, en demografía, etc.), se definirán nuevos liderazgos, y aquellos agentes que hayan sabido leer el mundo se definirán sobre los espacios de oportunidad que emergerán de todo ello, y reinventarán lo que significa progreso.
Si miramos hacia atrás, ¿en qué hemos evolucionado?
En montones de cosas, pero quizás hay dos componentes básicos de la ecuación del presente que son resultado de las últimas cinco décadas: por un lado, la eficiencia conseguida en procesos (aunque no necesariamente traducida en incrementos de productividad), y, por otro, la reducción de la distancia entre lo que se descubre en un laboratorio (la ciencia) y lo que usamos en nuestra vida (la tecnología).
Hemos creado un sistema científico-tecnológico que da cada vez mejores respuestas a los problemas de la humanidad (véase, como ejemplo claro, los avances en medicina), aunque al mismo tiempo genere nuevos problemas que exigen nuevas soluciones. Mejor ciencia genera mejor ciencia, y la tecnología se encarga de convertirla en nuevas soluciones para la gente.
Si miramos los mismos años hacia delante, ¿a qué retos tendremos que enfrentarnos?
Hay algunos muy claros, como el impacto del cambio climático. Y otros más sutiles, como el reto de cómo combinarnos con máquinas inteligentes. La fascinación, y el miedo, por la Inteligencia Artificial (IA) no nos deja debatir, justamente con inteligencia, sobre como la aumentación mutua entre humanos y máquinas puede ayudarnos a dar mejores respuestas a la humanidad, en clave de progreso.
Este futuro, hoy visto desde la incertidumbre, obligará a repensar en qué consiste ser un humano, cosa que estará intrínsecamente relacionada con cómo gestionar una sociedad bastante superpoblada con problemas de complejidad creciente. O sea, unos de los principales retos será como gestionar de forma inteligente, y desde un entorno de cierta libertad para la población, sociedades con ingentes problemas en el día a día.
Que ello se haga desde la libertad con dignidad (aspiración occidental) o desde la dignidad sin libertad (la pragmática realidad de China) será, en mi opinión, el reto fundamental.
¿Cómo podemos definir el futuro?
Si te refieres a cómo podemos determinar cómo queremos que sea el futuro (por tanto, definirlo), la forma de hacerlo es ir al futuro a buscar las soluciones. Porque lo que intuimos es que con las herramientas del pasado no podemos resolver los problemas del presente, y, por extensión, que con las herramientas del presente no podremos resolver el futuro.
Hay que imaginar de qué podemos disponer en el futuro, qué herramientas, qué modelos, para incorporarlos como aspiraciones en nuestra estrategia de futuro. Por ejemplo, si ya hay organizaciones avanzadas que están reinventando qué entendemos por educación, quizás que aprendamos de ellas, que ya viven en el futuro, para diseñar nuestra estrategia hacia delante. Por eso nosotros proponemos invertir tiempo de calidad en vivir en la frontera de nuestro negocio, observando quién está redefiniendo las formas de hacer, para aprender de ellos, antes de que lo conviertan en unas nuevas reglas del juego que nos expulsen del mercado.
¿De quién es la responsabilidad de definir ese futuro que menciona?
De todos. Uno puede empezar por tomar el control de su vida y determinar cómo quiere aprovechar los pocos años que vivirá en este planeta. O puede seguir quejándose de que no tiene lo que quiere. Pero como es cierto que la injusticia está demasiado extendida, y muchos ciudadanos no tienen opciones de salir de su limitada realidad, la principal responsabilidad de todos debería ser asegurar de nuevo, y de forma contundente, la igualdad de oportunidades.
Tenemos millones de potenciales Einsteins o Gandhis en el planeta, y no podemos permitirnos perderlos.