Cada libro que publica la catapulta al estrellato. La escritura, lo ha demostrado a lo largo de estos años, es su zona de confort. Hace unos meses llegó a las librerías su nueva historia, Las que no duermen, un relato que la devuelve a sus raíces literarias y que nos lleva con ella de vuelta a lo más profundo del valle del Baztan. 

¿Cómo ha sido para usted regresar al hogar literario en el que empezó, en el que le hemos visto crecer como escritora? 

-Esta novela es la segunda de un cuarteto que curiosamente empezó en Bilbao, así que, aunque no lo creas, Bilbao está más cerca del Baztan de lo que parecía. Evidentemente no puedo revelar por dónde os llevo, porque es parte del laberinto, pero te aseguro que el camino a Baztan estaba trazado desde esa novela y lo veréis en las siguientes. Son novelas que aparentemente no están conectadas, pero hay personajes que pululan de un lado a otro. Se pueden leer de manera independiente, pero el que se haga el viaje entero va a encontrar un montón de cositas. El plan, como digo, es que nunca salí de Baztan. 

Se pueden leer de forma independiente, pero ¿cuál sería su consejo? 

-Mi consejo es que se lean todo lo que he escrito (risas). No, pero sí que soy muy feliz de estar en un momento en el que tengo muchos lectores muy jóvenes. Ha entrado toda una generación lectora que tienen ahora en torno a los 20, que leen una barbaridad y que me están leyendo, y me gusta que puedan empezar. Si quieren empezar con Esperando al diluvio, estupendo, si quieren empezar con este, perfecto. Pueden leerlo en el orden que quieran y se van a enterar igual. 

El fenómeno bookfluencer, ¿cómo la trata? 

-Muy bien. De hecho, he hecho incluso un encuentro con influencers en Baztan y es algo que intento cuidar. Soy consciente de que están ahí, y además son tan activos que da gusto. No es solamente el lector que se limita, como antes, a leerlo y si acaso compartirlo con sus amigos. Ahora lo expanden de una manera…, eso es chulísimo. 

Redondo, junto al cartel que señaliza la Sima de Legarrea, durante la presentación de su última novela, "Las que no duermen NASH". Ondikol

Con este libro contribuye a la lectura, pero también ha expandido, como decíamos, el universo baztaniano. Nos encontramos incluso a la gran inspectora Amaia Salazar.  

-Es que si vamos al Baztan y no está ella… Nash tiene que llegar a Elbete, cerca de Elizondo, a investigar un hallazgo que es el inicio de la novela, y al llegar es inevitable que si Amaia Salazar está atenta diga: “Voy a ver, por si acaso”. Tengo que decir que quizá para mí lo más novedoso y llamativo de la novela es en sí misma Nash, por cómo es ella y por su propio nombre (que lo toma del código forense que hace referencia a las causas de la muerte: natural, accidental, suicidio, homicidio). Un psicólogo forense no participa en todas las autopsias. Es un tipo de especialidad que no es necesaria siempre. En ocasiones como esta, saber cuál era el estado mental de la víctima ayuda muchísimo. Pero claro, esto nos da una visión que se separa muchísimo de cómo es la investigación policial. En primer lugar, porque ella es médico y su trabajo funciona en base a la empatía, de obtener todo lo que pueda de la víctima: desde su teléfono móvil a las compras que hacía por internet, la música que escuchaba… Todo le da una señal de cómo estaba y de qué frentes tenía abiertos y con quién. Para mí lo más novedoso para el lector es que es un planteamiento de una investigación desde un punto de vista muy distinto, un investigador que no estamos acostumbrados a ver en las novelas policiacas. Es la psicóloga de los muertos; tiene un paciente que está en el otro mundo y tiene que entenderla y aquí se tiene que meter en la mente de una adolescente que aparentemente llevaba una vida muy normal y feliz.

Es un homenaje a ese espíritu inquieto de las que fueron llamadas brujas

¿Siente que una de las claves de sus obras es representar a mujeres fuertes, con sus luces y sombras, pero que se sobreponen a las vicisitudes de la vida? 

-Claro, como todas. El título de la novela, por una parte es el nombre de ella, Nash, pero por otro lado es Las que no duermen. Es un homenaje a ese espíritu inquieto de las que fueron llamadas brujas. La novela está inspirada en un crimen real, el de Juana Josefa Goñi, que fue arrojada junto a sus hijos a la sima de Legarrea, que es donde yo pongo la acción y la ficciono, porque es imposible saber lo que pasó con Juana Josefa. Se pueden escribir los datos que se conocen pero nada más. Hacer true crime con esto sería una obscenidad, porque no se sabe qué pasó. Solo lo saben ella y los desalmados que la arrojaron junto a sus niños a la sima. Es conmovedor, me conmovió en su momento el hallazgo. Además, cuando un grupo de la memoria histórica bajó a recuperarlos, creían que no la iban a encontrar porque pensaban que era una leyenda. De hecho, yo me he documentado mucho con una periodista que llevó este tema, Alicia del Castillo, y ella decía: “En esta zona se creía que era una leyenda”. Pero resultó que era real, y en el momento en el que hicieron la primera incursión no encontraron a esta mujer y a sus niños. Encontraron un cadáver reciente, otra persona que había sido arrojada ahí. Para ninguno de ellos ha habido solución, no se sabe quiénes lo hicieron ni las razones están claras. Es porque la odiaban y la envidiaban, y la querían fuera. Pero no se conformaron con echarla del pueblo. Querían destruirla y confinarla en lo más profundo de la tierra. Se decía de ella, de sus hermanas, de su madre, que eran brujas, que eran herboleras. Y no hablamos de hace 400 años. Josefa podría ser mi abuela, incluso la tuya. 

Es algo que como mujeres nos afecta absolutamente.  

-Pues yo creo que sí, y además creo que sobre todo te tiene que hacer pensar. No juzguemos a las otras, admitamos que cada una viene de donde viene. Si podemos ayudarlas a que se relajen de un peso que tienen, ayudémosles, pero no les condenes si deciden llevarlo tampoco. 

Precisamente, Las que no duermen puede recordarnos a esas cargas que tenemos, a esas preocupaciones, que a veces por las noches nos roban el sueño.  

-Es un homenaje a la inquietud femenina. La inquietud femenina, durante muchos siglos, estaba absolutamente condenada. Los hombres podían permanecer despiertos durante la noche, pero una mujer, según anochecía y acababa sus labores, se tenía que poner a dormir. Y dormir hasta el amanecer. Si se despertaba en mitad de la noche no podía levantarse ni hacer nada. Hacer cualquier labor en mitad de la noche se consideraba brujería. Tenía que quedarse quieta en la cama y rezar hasta que se durmiera, porque se consideraba que el espíritu de la mujer, que era más débil que el del hombre, estaba más expuesto a las interacciones del mal. Entonces, a ella en ese momento le iban a entrar ideas a su cabeza, y esas ideas malignas eran ser independiente, no vivir bajo el yugo de tu padre ni de tu esposo, irte a vivir sola al bosque… Hacer lo que te diera la gana. Vestirte como quisieras. 

Ser libre, en definitiva.  

-Ser libre, y pensar, y decidir, y tener inquietudes. Entonces, es un homenaje a eso. Somos muchas las que hemos encendido la luz después de que nos decían que la apagásemos. Somos muchas las que nos quedábamos pensando. Somos muchas las que en mitad de la noche nos despertamos inquietas por lo que tenemos aquí, y no es obligatorio dormir. A veces lo que tienes que hacer es resolver eso, darle salida, plasmar eso en un papel, en una llamada… Entonces podrás descansar, y lo que plantea el título es precisamente eso, que las que no dormimos somos muchas. 

El libro de la escritora, 'Las que no duermen' Ondikol

Nash es una de ellas. Tiene muchas cosas en las que pensar como para preocuparse por dormir.  

-Claro, y además ella, como mucha gente, recurre a la solución química. Pero es que, ¿cuántas veces hacemos esto? En nuestra sociedad está muy admitido esto, pero no solo para que duermas. Si no duermes no te preguntan por qué, te dan una pastilla. ¿Estás triste? Tómate una pastilla. ¿No tienes ganas de levantarte de la cama? Tómate una pastilla. Hay pastillas para todo, y es más fácil por parte de nuestra sociedad, incluso aunque ahora estamos en una sociedad que se preocupa más por la salud mental y por qué tienes dentro, el tómate una pastilla. 

¿Tiene algún deseo para el futuro? 

-Le pido a la vida vida para seguir escribiendo todo lo que tengo en la cabeza. Siento que hay dos clases de escritores. Creo que hay autores, que somos todos los que tenemos la autoría de algo, y luego están los escritores de raza, con instinto. La diferencia es que un autor puede decidir sobre qué tema va a escribir, se documenta y escribe. A un escritor las novelas le nacen dentro, y a mí me han nacido muchas y no dejan de nacerme. No sé si voy a tener vida para escribirlas todas, ojalá sí.