“Esto no está pasando”. Es la frase que se repite Carmen Romero en el libro del mismo nombre donde narra todo lo ocurrido cuando su hermano se suicidó, incluyendo cómo actuaron los servicios de asistencia en el tratamiento de la situación.

Ha llegado a las librerías con un libro que nos ha sacado lágrimas, sonrisas tiernas, un libro más que necesario. ¿Cómo se siente después de haberlo escrito?

Pues la verdad es que ha sido un proceso bastante largo y duro. Ha sido un año muy complicado por lo que me ha supuesto escribir el libro. Pero ahora, claro, al acabarlo tenía muchas ganas de que saliera y de ver las primeras reacciones, y ahora que las estoy viendo con cosas como las que me dices estoy supercontenta de haber conseguido el propósito del libro. Ha merecido la pena. 

El resto de reacciones, ¿cómo están siendo? ¿Siente que los lectores se ven reflejados en lo que escribe?

Está siendo todo superbueno, y está teniendo una acogida maravillosa y a todo el mundo le ha gustado, que es algo que me alegra muchísimo. Es un libro bastante duro y trágico, y a la vez combina el humor. La verdad es que las reacciones están siendo tan buenas, y todo el mundo me está felicitando y diciendo que le ha gustado, que la verdad es que estoy sorprendida y agradecida. 

Trata además temas que no son fáciles. Habla de suicidio, que sigue siendo un tema tabú. ¿Por qué cree que nos sigue costando tanto hablar de ello?

Pues yo creo que por la imagen y lo que tenemos asociado al suicidio, que es como vergüenza, culpa..., como algo que ocultar, como si fuese algo de lo que avergonzarse. Nada más lejos de la realidad. Es una cosas supertriste, dolorosa, muchas veces incomprensible. Pero, precisamente por eso, no hay que callarlo ni que mirar para otro lado. Al revés, hay que abordarlo precisamente para poder prevenir y ayudar a la gente que está pasando por eso a que se decidan a no hacerlo. 

Hay que hablar de ello, y también de salud mental, un tema del que escribe largo y tendido en este libro, con frases como “no hay morfina para el malestar mental” o “estamos educados para aparentar ser invencibles e inmortales”. Nos demuestra que no le damos la importancia que se merece.

Totalmente. Es que creo que tenemos una percepción de nosotros mismos y de lo que esperamos de los demás en general también que es demasiada exigencia y demasiado pensar que tenemos que ser perfectos, que no nos podemos equivocar... La mente es humana, somos humanos. Vamos a fallar, nos vamos a equivocar y va a haber momentos malos porque la vida es eso. 

A pesar de todo, de vez en cuando consigue en este libro sacarnos alguna que otra sonrisa. No falta el humor en este libro, ni los tintes cinematográficos. Y usted dice que el humor es el camino que ha encontrado siempre para enfrentarse a la vida. ¿Cómo sería su vida sin humor o cine?

Creo que habría sido muchísimo más duro y muchísimo más difícil. Teniéndolos y siendo tan fácil como me resulta acudir a ellos, la verdad es que estoy contenta o agradecida. Lo valoro muchísimo porque para mí ha sido una fórmula para salir adelante. 

El humor, ya lo dice, lo aprendió desde pequeña. ¿La empatía es algo que también se debería enseñar? Porque en el libro habla de cómo fue el tratamiento antes y tras lo sucedido. 

Sí, la verdad es que fue una secuencia detrás de otra de cosas que te pones a pensar y dices: “¿Pero este trato a qué se debe?”. Desde el policía que vino a recoger información cuando pasó todo, las formas en las que se dirigió a mí y me habló, las formas en que me pidió todos los datos, al forense que llega y se pone a hacer fotos y yo no sabía quién era... Las psicólogas del Samur, una mascando chicle y mirándome... Un montón de cosas que hay veces que falta un poco de humanidad. 

Si pudiera decirles algo, ¿qué sería?

Que están tratando con personas que les acaba de cambiar la vida para siempre, y que yo entiendo que no es fácil ponerse en el lugar del otro, pero que si te dedicas a eso es porque es tu vocación y quieres ayudar, y que estás tratando con personas que probablemente están en el peor momento de su vida. 

Hablábamos del humor. Podemos verlo en su pódcast Odio a la gente, en sus monólogos... ¿Cómo se siente al haber cumplido el sueño de subirse a un escenario?

Pues la verdad es que es maravilloso. Es una recompensa de la vida a lo que he pasado, creo, y para mí es una cosa que me encanta. Nunca había encontrado algo que me apasionara tanto y a lo que le dedicase tantísimas horas sin mirar el reloj, feliz. Entonces, para mí es un poco un premio de consolación de la vida y es maravilloso. Me divierto tantísimo haciendo comedia en todos los formatos que por mí lo voy a hacer toda mi vida. 

Con el monólogo Chochito está de gira por el Estado. ¿Tiene pensado acercarse a Euskadi?

Con el monólogo voy a buscar fecha porque tengo muchas ganas de volver. Pero con el pódcast creo que vamos en noviembre al teatro Campos Elíseos. 

Finalmente, me gustaría pedirle que nos regale algún consejo.

Mi consejo después de todo esto es que nos cuidemos más, que miremos un poquito hacia lo que está pasando interiormente y nos centremos más en eso y no en el ruido de fuera.