Tras los éxitos cosechados con sus apariciones en televisión y sus libros de recetas, David de Jorge -a quien muchos siguen conociendo como Robin Food- regresa a las librerías con una nueva obra, En un paraguayo cabe el Amazonas: Guía de lugares, comidas y bebercios para disfrutar como un cochino. De este nuevo libro y de sus aventuras ha querido hablar con nosotros el legendario cocinero, que nunca podrá alejarse de los fogones.
Recientemente ha llegado a las librerías En un paraguayo cabe el Amazonas, con el que vuelve a demostrar que un cocinero no tiene por qué hacer solo libros de recetas.
Sí, se supone. Lo que pasa es que escribir no es fácil. A mí me cuesta un montón escribir. El cocinero que haga lo que quiera, pero lo normal es que publique recetas, que es lo que yo he hecho muy a menudo.
Bueno, encontramos en el libro una receta de merluza.
Un poco loca, pero sí, hay una receta de merluza (risas). Pero como yo llevo ya un montón de años dándole a la tecla y escribiendo cosas que se han publicado en algunos periódicos y luego otras que no se habían publicado, pues las hemos reunido en este tomo y en otro que llegará, porque eran tantos folios... Creo que me salían 1.000 páginas de chapa. Estas navidades ha salido este libro y aquí estamos, encantados de la vida.
Una de las principales reflexiones que plantea es qué es un cocinero. ¿Qué significa para usted ser cocinero?
¿Qué es un cocinero? Un cocinero es alguien que coge el alimento, lo guisa pensando antes en los demás que en él y que lo sirve para beneficio de la humanidad, de su familia, de su entorno más cercano... Es algo que se viene repitiendo desde la noche de los tiempos, y a mí me parece un oficio acojonante. Es el oficio que yo tengo. Yo soy cocinero. Hace muchos años ser cocinero no era nada relevante, y ahora desgraciadamente los cocineros parece que tenemos opinión de todo. Y es una cosa que me inquieta mucho. Pero ser cocinero es un gran oficio.
Además de consejos y lugares que podemos visitar, encontramos también al David más personal, al de la infancia....
Sí, y al cascarrabias. Aquí está toda mi vida, todo lo que he hecho hasta ahora. De hecho, las navidades pasadas, cuando corregí el libro, porque lo corregí las navidades pasadas para que se publicara estas, me lo pasé muy bien, y luego me sentí muy orgulloso de todo lo que leí y muy emocionado por toda la gente que encuentras. Gente que todavía sigue viva o muchos que ya han muerto. Porque aquí se habla de mucha gente en el transcurso de los últimos 20-30 años, y me hizo mucha ilusión. Estaba muy orgulloso de lo que había leído. Así que espero que a la gente le guste. Y es cierto que aquí hablo de mi infancia, de las cosas que me motivan, de las cosas que me han causado dolor... Muchas historias. Al final hago crónica gastronómica, pero acabo hablando de todo menos de gastronomía, como no podía ser de otra manera (risas).
"Aquí hablo de mi infancia, de las cosas que me motivan, de las cosas que me han causado dolor..."
Y lo hace siempre con un lenguaje cercano, desenfadado, con interacción directa con el lector y sin perder el humor. Empezamos en la dedicatoria ya dándolo todo.
Todo el mundo me habla de la dedicatoria. Yo nunca dedico mis libros, pero el editor se empeñó mucho en que dedicara el libro.
Esa dedicatoria es oro.
La verdad es que estoy muy orgulloso de ella. Para Eli, para mi familia de sangre, para mi otra familia que son los Berasategui y les tengo mucho cariño, para los niños que tengo alrededor... No he criado hijos porque no he tenido, pero me dedico a malcriar a mis sobrinos, a muchos críos alrededor y les dedico el libro. A mis compañeros de curro que me aguantan, a la gente que me ha torturado o me ha querido torturar les digo que sigo vivo y coleando, aunque son muy pocos... Y luego al lector, lógicamente, porque como soy un pelma, también al lector. Como estoy en la prensa, por escrito, en la radio, la tele...
Solo le faltan las redes sociales.
Sí, las redes sociales no dejan de ser una prolongación de toda esta historia.
Usted siempre presume de que tenemos una familia que nos toca, otra que elegimos, y ha tenido mucha suerte en ambos casos.
He nacido en una casa increíble, y luego el tiempo te ayuda o te enseña a soltar lastre, a quitarte de la espalda la gente tóxica, y a elegir la gente con la que merece la pena compartir el tiempo.
Diseccionando el libro, encontramos distintos apartados; uno de sus experiencias, otro de aperitivos, lugares que visitar... Si estuviera en una isla desierta y solo pudiera alimentarse de uno de los aperitivos que nos ofrece en la guía, ¿cuál sería?
Pues mira, seguramente me llevaría una pata de jamón ibérico. Me parece algo increíble. Hay muchas cosas que me encantan. También podría sobrevivir con patatas, pero si hay un producto del que tenemos que presumir en España es el jamón, y el jamón ibérico me parece la bomba. Comería jamón todos los días de mi vida. Podría desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar jamón todos los días de mi vida sin cansarme, y eso lo ofrecen pocas cosas. También pan, podría comer pan todo el rato sin parar, porque me flipa el buen pan. Pero hay otras cosas que no comería todo el rato.
"Comería jamón todos los días de mi vida"
Y dado que es una isla desierta un poco especial, ¿con qué lo maridaría?
Con pan (risas). Llevaríamos un contenedor con pan, uno con jamón, y otro con mucho vino. Llevaríamos algunas copas por si se van rompiendo para beber vino en copa por lo menos elegantemente, ya que estamos en una isla desierta y estamos jodidos, por lo menos vamos a vivir la decadencia con elegancia. Con una copa de cristal (risas).
Lo que está claro es que hay que disfrutar. Y aquí comparte esas ganas de disfrutar de la buena comida. Si el lector pudiera responder a las preguntas que lanza en el libro, ¿qué cree que le diría?
Me dirían de todo. Habría gente que me diría cosas más divertidas, gente que me corregiría muchas cosas, mucha peña que se enfadaría... A mí me gusta disparar, pero también me gusta de vez en cuando que me den collejas, porque a eso me expongo. Yo soy muy de repartir, y de vez en cuando se te revuelve alguien, y me encanta.
En los últimos años en redes sociales también vemos a muchos usuarios hacer crítica culinaria, que reseñan y retransmiten su visita a restaurantes, etc. ¿Qué opina de esta nueva corriente?
Es que no sé si mi opinión tiene alguna importancia, pero yo reivindico justo lo contrario. A mí esa actitud de estar todo el rato televisando lo que estás haciendo, lo que piensas y tal, me parece un espanto, entre otras cosas porque se diluye el talento. Antes no teníamos acceso todos a mirar a una cámara, a contestar a una entrevista, a hablarle a la alcachofa de un micrófono. A eso tenían acceso muy pocos, y normalmente era gente muy talentosa. Ahora todos tenemos acceso a eso, todo el mundo puede hacer un programa de cocina, todo el mundo puede hacer una receta, puede ser crítico gastronómico... Todo dios puede hacer lo que quiera, que me parece genial, pero se diluye el talento totalmente. Cada uno que haga lo que quiera, pero yo cuando voy a un restaurante apago el teléfono, me anudo la servilleta al cuello y me gusta vivir las cosas en primera persona. No verlo todo a través de la pantalla.
En esta era de las prisas, tenemos que reconectar con ese saber disfrutar, ¿no?
Sin duda. Tenemos que tener una actitud más pueblerina, que toda la vida se ha usado pueblerino como despectivo, y no nos hemos dado cuenta de que es justo lo contrario. Entonces, o tenemos una actitud más pueblerina, de ir por el mundo menos volando y más con los pies en el suelo y en contacto con el entorno y con tu gente, con las cosas importantes, o nos vamos a la mierda. De hecho, yo creo que uno de los grandes males de la civilización contemporánea, por lo menos más cercana, es que la ciudad y el campo están enfrentados. O trabajamos para reconciliar el campo y la ciudad, o mal vamos.