La llegada de la Navidad supone todos los años el mismo quebradero de cabeza para muchas familias alavesas: qué regalos hacerles a los más pequeños de la casa. En tiempos en los que la tecnología reina en los deseos de los más txikis y acertar con los regalos puede parecer una tarea complicada, desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Álava, la psicóloga educativa Eva Audicana recuerda que el punto de partida es sencillo: “no agobiarse en exceso y pensar que conocemos al niño y sus gustos”. Es decir, que más allá de las modas o las presiones externas, el objetivo principal es ajustar el regalo a la personalidad, gustos y momento evolutivo de cada menor.
Audicana insiste en que un regalo no puede convertirse en un premio ni en una tarea encubierta. “Siempre hay que pensar en qué le gusta al niño, qué disfruta hacer y qué le hará ilusión recibir”, señala. A partir de ahí, el equilibrio ideal pasa por combinar lo lúdico con lo educativo, sin forzar que aquello que se regale tenga obligatoriamente un fin productivo.
Coordinación
Uno de los riesgos habituales en Navidad, cumpleaños y otras celebraciones es la sobrecarga de regalos para los menores. La psicóloga recuerda que los menores pueden recibir presentes de padres, abuelos, tíos o amistades, durante todo el año por cada fecha señalada, lo que puede “generar saturación e impedir que valoren cada objeto”.
Por ello, propone que los adultos se coordinen: hablar previamente del tipo y número de regalos, evitar duplicidades e introducir variedad de regalos, para que no todo gire en torno a un único interés o necesidad. Audicana remarca la idea de “menos es más”. Recibir pocos regalos bien pensados permite al menor disfrutar realmente de cada uno.
“Hacer un regalo lleva un tiempo y esfuerzo realizado, no sólo económico, y ellos tienen que aprender a valorarlo”
Además, la planificación a lo largo del año (no concentrar todo en Navidades) ayuda a dosificar expectativas, algo que la psicóloga considera fundamental: “Esas situaciones son buenas para explicarles que en la vida uno no consigue todo lo que quiere. Es un momento ideal para manejar la frustración”. Insiste en que no se debe regalar, y menos de una sola vez, todo lo que piden. Además de enseñar a gestionar el “no”, se puede aprovechar para planificar y distribuir los deseos a lo largo del año, elegir entre prioridades o reservar ideas para futuros cumpleaños.
La psicóloga distingue tres tipos de regalo: por un lado, los que el niño desea, regalos que transmiten que se les escucha, reconoce y se entiende sus preferencias, que no solo se cubren sus necesidades materiales. Por otro lado, los necesarios: ropa, material escolar o elementos para un hobby, siempre elegidos pensando también en sus preferencias. Y por último, los que los adultos necesitan regalar: un libro para fomentar la lectura, una actividad en familia, algo para compartir una afición… En estos casos, Audicana recuerda que el protagonista debe seguir siendo el menor, no el deseo del adulto.
También subraya la importancia de valorar el contenido de los regalos, especialmente cuando se trata de videojuegos, libros o materiales que abordan sexo, violencia, muerte o salud mental. Estos contenidos, presentes tanto con fines pedagógicos como de consumo, requieren siempre acompañamiento adulto. Si se regala un material de tipo informativo, por ejemplo, un libro sobre la pubertad, no basta con entregarlo: “Hay que estar dispuesto a acompañar, a preguntar qué ha entendido, a resolver dudas”.
Recomendaciones por edad
Al elegir un regalo, Audicana recomienda que lo más adecuado es atender a la etapa evolutiva de los más pequeños y al nivel de madurez a partir de la preadolescencia.
En la franja de 0 a 2 años, cuando predomina la exploración sensoriomotriz, se recomiendan juguetes que estimulen los sentidos, el movimiento o la coordinación ojo-mano, y se desaconseja el uso de pantallas. Entre los 3 y 5 años, la etapa de imaginación y juego simbólico, resultan adecuados los disfraces, muñecos, escenarios de imitación, materiales creativos y cuentos, evitando juguetes hiperrealistas o muy definidos.
Entre los 6 y 9 años, cuando avanza el pensamiento lógico y la socialización, se aconsejan juegos de mesa con reglas, construcciones más complejas, kits de ciencia y libros con letra clara, además de videojuegos sencillos con normas claras y supervisión adulta.
A partir de los 10-13 años, ya en preadolescencia, cobran importancia la identidad y la pertenencia al grupo, por lo que se recomienda escuchar sus preferencias y ofrecer opciones como ropa, tecnología, material para hobbies, juegos de estrategia o vales regalo que les permitan ejercer autonomía con acompañamiento.
“Cuando hacemos un regalo de contenido violento o sexual, por ejemplo, hay que estar dispuesto a acompañar y a resolver dudas”
En adolescencia plena (14-16), cuando se consolida la identidad, es útil apostar por regalos que respeten sus gustos, desde tecnología o experiencias hasta vales regalo, sin descartar planes compartidos si resultan atractivos para ellos. Entre los 17 y 19 años, etapa de individuación hacia la adultez, se sugieren obsequios que fomenten autonomía y proyección de futuro, como aportaciones para formación, materiales especializados o planes construidos conjuntamente, sin perder de vista la posibilidad de regalos simbólicos de transición.
Aunque en esta etapa se vive un proceso de “separación” del núcleo familiar (no necesariamente física, si no de identidad) que debe respetarse, Audicana explica que no es mala opción hacer regalos que impliquen pasar tiempo juntos (un viaje, una escapada, un fin de semana, una salida de compras, una estancia en un spa....), pero reconociéndole como adulto o adulta (implicándole en la elección del plan, el destino o las fechas, el hotel, etc.). Los regalos simbólicos de transición o madurez también siguen siendo una buena opción en esta etapa.
La publicidad y presión social
El mundo hiperconectado influye directamente en los deseos infantiles. La psicóloga anima a prestar atención cuando un niño pide algo que no encaja con sus gustos habituales, ya que “puede deberse a publicidad o a presión de grupo”.
En estos casos, recomienda hablar con él para comprobar si es un deseo real o inducido y negociar alternativas si el contenido no es apropiado. Coincide en la necesidad de que los adultos actúen como filtro y guía ante los mensajes comerciales, reforzando la autoestima y el criterio propio de los menores.
La psicóloga recalca que es importante informarse bien del contenido y características del elemento que se va a regalar y pensar si es el más apropiado, sin dejarse llevar solo por la apariencia, la edad recomendada o lo que pone en el catálogo. Audicana recomienda investigar en internet o dejarse asesorar en la misma tienda.
Tiempo compartido
Más allá del objeto en sí, los regalos forman parte de un ritual familiar y cultural: la espera, la cena de Nochebuena, la comida de Reyes, el momento de abrir los paquetes y enseñarlos a los demás. Audicana insiste en subrayar ese valor simbólico y también en aprovechar los regalos para compartir tiempo.
Cuando un niño desprecia o lanza un regalo, la psicóloga considera que es una oportunidad para poner en valor el esfuerzo que hay detrás: “El tiempo dedicado, el pensar en la otra persona, el cuidado al elegir y empaquetar… todo lleva un esfuerzo, no sólo económico, y ellos tienen que aprender a valorarlo”.