Amanece más florida que nunca la hornacina de la virgen, pese a que las altas temperaturas marchitan ya algunos de los pétalos de las coloridas flores con las que blusas y neskas agasajan cada día de fiestas a la patrona de Vitoria.
Para los veteranos, hoy es día de reencontrase con la Virgen Blanca, pero también con compañeros y amigos de la infancia y juventud con los que antaño compartieron cuadrilla, costumbre que repiten cada 9 de agosto.
Animadas, Esther y Mila reparten moscatel y rosquillas de Sosoaga a la salida de misa en el pórtico de San Miguel. “Es una gozada estar aquí”, coinciden.
En cuadrilla des de los 10 años
“Siempre hemos salido en cuadrilla, en la de mi marido salen desde los 10 años; muchos son de la Zapa. Y siempre, vestida de neska. A mí me gusta el traje de siempre, el de puntitos negros y blancos porque es con el que veía a mi abuela; luego, para los días de fiesta estaba el rojo, el de las danzas”, cuenta Esther.
Maribel no sale en cuadrilla, pero luce elegante de neska, hoy de gris y blanco. Tiene un traje para cada día de las fiestas, cuenta mientras sube las escalinatas hacia la balconada.
Celedón y los auroros
“A ver el ambiente; mi marido se ha quedado en casa porque tiene dificultad para moverse, son ya 80 años, pero a mí me gustan mucho las fiestas, soy vitoriana de la calle Florida”, apunta.
Si puede, no se pierde la bajada de Celedón, los auroros de prefiestas y antes iba al Rosario de la Aurora, ya no. “No soy católica, pero me gustas las tradiciones”, puntualiza. También los conciertos, kalejiras, los bolos y las trikitixas.
“Hay muchas actividades en fiestas para disfrutar”, dice, aunque son muy diferentes a las de antes; los blusas en sí. Antes animaban más, hoy van todo el rato con el vaso en la mano y, claro, no pueden ni bailar porque se les derrama la bebida”, compara.
Aurresku y ofrenda
Suena el aurresku y comienza la ofrenda floral, momento que los veteranos aprovechan para salir del pórtico y honrar a la virgen sin cesar de saludar a amigos y conocidos a los que se acercan con efusión. “Bueno, ¿qué tal Ane? Cuanto tiempo; a bailar”, invita una veterana sin dar tiempo a recibir respuesta.
Alrededor de la hornacina, blusas y neskas veteranos confiesan que echan en falta a los ausentes. “Cada vez somos menos”, se escucha a un grupito. “De un año a otro se nota, maja”, aunque nos esforzamos”, se justifica Nacho refiriéndose a la edad.
Baja el muñeco y sube la persona
Acaba de pedir a unos alicantinos que le fotografíen abrazado a un amigo ante la escultura de Celedón. Como otros muchos turistas que estos días recalan en Gasteiz, asombrados, preguntan quién es el señor inmortalizado en la balconada y por qué blusas y neskas se fotografían a su lado.
“Es un muñeco el que baja, lo que ocurre es que, luego, sube una persona”, narra Nacho la bajada y subida de Celedón a los alicantinos. El día anterior disfrutaron en el “lanzamiento de zapato”, cuentan. De abarca, lanzamiento de abarca”, corrige la pareja de veteranos.
Tras posar para la foto en familia en las escaleras de San Miguel al grito de patata y whisky, blusas y neskas desfilan por la Virgen Blanca hacia la plaza Nueva para alzar los brazos y mover los pies a ritmo de jota. ¡Qué vi, qué vi, qué viva Vitoria”, entona la banda de música antes de partir hacia Dato, seguida de un reguero de veteranos.
A continuación marchan los gaiteros de Vitoria, enfilados de tres en tres, hacia las calles del Ensanche para extender la fiesta y animar más rincones de la ciudad.
Hora del txoripan
Los blusas y neskas que aún quedan frente al Ayuntamiento esperan la salida de la txaranga Kirrinka, que les acompaña hasta Artepan para degustar el tradicional txoripan. Unos avanzan a pie, sin dejar de bailar al son de la txaranga y otros avanzan montados en el trenecito rojo que les acomoda en el cruce con Dato.
“Allí estaremos un rato, riendo y conversando; con mucha ilusión por estar aquí de nuevo; luego bajaremos por Ortiz de Zárate hasta Dato y tomaremos un refresco en el Victoria, que nos hará falta con el calor que pronostican”, narra Mila.
Esta neska vive en Postas, así que está en el ambiente durante todas las fiestas. Con todo, “da gusto venir por la mañana a la balconada y ver a todos”, apunta.
Desde lo alto de Villa Suso
La bajada de Celedón la vio por televisión y los fuegos artificiales desde lo alto de Villa Suso, pero el día del veterano lo pasa en el mogollón, comida incluida para 60 personas en un restaurante de los Fueros.
“Casi, casi hasta que nos vienen a buscar... las mujeres”, vacila Santiago, un baina veterano al que toda la vida le ha gustado la farra; “beber y alternar, ¿no?”, interpela a su colega de cuadrilla Juan Carlos.
Cuadrillas desperdigadas
En efecto, corroboran que han sido fiesteros. “Y seguimos”, puntualizan.
“No nos perdemos una bajada de Celedón; ayer estuve en las txosnas y no se podía ni andar; mucho, mucho ambiente hay en todos los sitios, aunque en el paseíllo ya no hay formalidad desde que quitaron los toros, las cuadrillas están desperdigadas”, opina Juan Carlos.
Santiago –formal por ahora– se reserva para los bailes de la tarde, para darlo todo antes antes de concluir la jornada más veterana de La Blanca.