Con los nervios a flor de piel, pero también con unas ganas inmensas. Así afrontan los 38 integrantes que a día de hoy mantienen viva la histórica comparsa de Gigantes, Cabezudos, Caballos y Sotas este 4 de agosto en Vitoria.

No es para menos, pues les espera una intensa y larga jornada cargada de actividad en la que saben que deben ser buenos anfitriones. Sin duda, lo serán. De hecho, llevan siéndolo desde hace más de un siglo, concretamente desde su nacimiento en el año 1917. Porque, más allá de ser una pieza clave de celebración, la comparsa alberga tradición, especialmente para los alaveses que evocan la niñez.

Lo cierto es que este año, más allá de protagonizar el tradicional desfile por las arterias céntricas de la capital alavesa una vez termine la Bajada de Celedón –encarnada por Iñaki Kerejazu por segundo año–, los porteadores y demás personal de la agrupación gasteiztarra serán los encargados de prender junto a tres Celedones de Oro y la Cofradía de la Virgen Blanca la mecha a seis días de fiesta sin descanso, en los que la ciudad no duerme.

Y aunque no todas las figuras podrán subir a la icónica Balconada de San Miguel para lanzar el esperado cohete festivo, los vitorianos que esta misma tarde se encuentren en la Plaza de la Virgen Blanca podrán ver cómo asoma el peculiar rostro de uno de los cabezudos –aún sin desvelar– que estará acompañado de otras tres o incluso cinco personas de la comitiva.

Como invitados, también acudirán antiguos responsables de la misma, según adelanta a este diario el presidente de la comparsa, Joseba Perea; la cara visible desde hace quince años. “Nos da pena, pero no vamos a poder ir todos. Porque mientras que unos estamos arriba, el resto tiene que prepararse para el desfile de las 18.30”, explica el responsable. 

Un recorrido que, sin ir más lejos, discurrirá por San Prudencio, plaza del Arca, Dato, Postas y Lehendakari Aguirre y que espera prender por segunda vez la llama a los festejos, especialmente entre los pequeños de la casa. Una exhibición callejera que tampoco faltará del 5 al 9 por la mañana, a eso de las 11.00 y 12.00 y en horas del mediodía, sobre las 13.00.

Los favoritos

Lo más seguro es que cada uno de los txikis tenga su figura favorita. La tiene hasta Perea, quien tras hacer un repaso de todos los personajes de la comparsa, asegura que tiene clara su elección: los cuatro Reyes de la baraja de Fournier. Réplicas idénticas de las cartas vitorianas que sostienen en sus manos los cuatro palos originales: Oros, Copas, Espadas y Bastos. “¿Quién no ha jugado de pequeño a los Seises, al Mus o a la Brisca?”, interpela convencido el vitoriano.

Además de sus majestades con corona, la alineación de gigantes se completa con tres parejas de aldeanos, cada una ataviada con sus particulares vestimentas. Son Los Aldeanos de la Montaña Alavesa, los Caseros de Aramaiona y Los Regüeveros, cada cual con sus costumbres. Personajes acompañados por los cuatro caballos de la baraja –piezas que también se cuelan entre las preferidas de los niños porque interactúan con ellos– y las sotas.

Aunque en el esquema tampoco faltan los cabezudos, que según matiza Perea, se clasifican en dos grupos. Por un lado, los “históricos”, aquellos con las cabezas “muy grandotas”, que se dejarán ver este día 4. Ellos son Escachapobres, Celedón, Cachán y Pintor de Vitoria. 

Fila de cabezudos, guardados en Musikaetxea antes de su salida este lunes día 4

Por otro lado, están los personajes más temidos y populares, los “seis cabezudos que corren y pegan”: Ojo Biriki, Calva Seca, El Llorón, La Rubia, La Señorita y La Vieja, quienes saldrán a las calles a partir de mañana y hasta el último día de fiestas. 

Los tres comparseros sujetan la cabeza de La Señorita

Cabe señalar, asimismo, que Ojo Biriki es el personaje más célebre y, sin duda, el que más triunfa entre los txikis. Quizá sea por su ojo amoratado y su llamativa boca ladeada. O por esa parte cómica que al principio cuesta ver en él. “Tiene el nombre un poco más juguetón y siempre ha sido el más cabroncete. El que más chincha y al que más chinchan”, expone el presidente de la agrupación entre risas.

Y es que mientras los txikis escapan de los golpes, los adultos recuerdan su infancia. Aunque alguno que otro mantiene esa especie de “pánico” hacia ellos. 

Puesta a punto 

Pasar por chapa y pintura es ya un ritual de todos los años, además de poner a punto el vestuario de cada figura, que según cuenta Perea, tratan de renovarlo de forma anual. Y es que detrás de cada desfile, existe un arduo trabajo. De coreografías y ensayos, que corren a cargo de los jóvenes Daniel Marijuan y Markel Ruiz de Gordoa. 

También existe un complejo trabajo de equilibrio por parte de los porteros, quienes se enfundan en las faldas de los gigantes y hacen posible que bailen y giren sobre sí mismos. Y es que el peso a soportar oscila entre los 50 y los 60 kilos además de los cuatro metros de altura, teniendo en cuenta que, estos personajes presentan “distintos puntos de equilibrio” porque algunos “tienen el peso echado hacia adelante” debido a los objetos que llevan consigo. 

El Txoko de los Gigantes

En los próximos años,la comparsa se someterá a una mudanza. Como ya se anunció con anterioridad, pasarán de su actual sede en la calle San Antonio, Musikaetxea, a la antigua estación de Los Herrán, ahora en obras. La idea, sin ir más lejos, es convertir este espacio en una casa-museo abierto todo el año. Allí no solo descansarán gigantes, sotas, caballos y cabezudos, sino también los toros de fuego e incluso a otras figuras como el centenario Gargantúa. Asimismo, la idea es llevar a cabo visitas guiadas, teatralizadas y numerosos talleres.  

Lo cierto es que, antes de Musikaetxea, hubo otros lugares donde vivió la comparsa. En orden cronológico, pasaron por el retén de El Campillo (calle Las Escuelas), Portal de Villarreal, la actual plaza de Bilbao, Los Herrán, la Alhóndiga Municipal, los almacenes de la antigua plaza de Toros, el Parque de Bomberos en la Cuesta de San Vicente y el antiguo Palacio de Justicia Olaguibel.