A Iñaki le gustó la idea de hacerle las fotos de esta entrevista en su casa, en Adurza. Un oportunidad única y especial para que se sintiera más cómodo y en su terreno mientras recorríamos con él los 4 lugares más emblemáticos de estas calles.
Hacemos la primera parada en los murales que hay en las paredes de la Iglesia de San Ignacio.
Para todos los que somos de Adurza y los que sin nacer aquí lo siente como suyo, estos dibujos y estos colores representan la verdadera esencia de este barrio tan emblemático de Gasteiz. Estos murales simbolizan un barrio que siempre ha tenido los brazos abiertos, que siempre ha hecho de refugio y de espacio de acogida para los que han venido de lejos buscando un futuro mejor para ellos y sus familias. Son dibujos que simbolizan ese sentimiento que tenemos y esa identidad propia con la que contamos en Adurza.
En este recorrido por Adurza con un guía de excepción, ahora nos paramos en el centro social del barrio.
Otro de los lugares que he querido destacar y mostraros de Adurza es su centro social. Se da la circunstancia de que este es uno de los primeros centros sociales de la ciudad y el espíritu con el que nació y se puso en marcha sigue todavía hoy muy vivo. El centro social de Adurza representa y refleja una manera de organizarse propia y en todos estos años ha sido testigo de momentos reivindicativos, solidarios, sociales y culturales que recordaremos todos. Hoy en día son numerosas las actividades que se llevan a cabo en este centro social y que hacen que el barrio sea como es en la actualidad. Además, otro valor importante de este centro social es que sirve de espacio de encuentro para todas las edades y pone en primer plano la importancia de esa relación entre generaciones que tanto enriquece.
El baloncesto ha sido y es parte de tu vida y no podía faltar en la foto ni una canasta ni este parque donde tantas veces has jugado.
Aquí es donde he crecido y donde he pasado mi infancia y mi juventud con mis amigos. Recuerdo con mucho cariño esas tardes, esas canastas y esas pillerías que empezábamos a hacer cuando éramos niños.
Terminamos recorrido en el que es todo un emblema de Adurza y fuera de estas calles.
Así es. Terminamos en el que para muchos es nuestro otro centro social del barrio (risas). Si te decía la de horas que había pasado jugando al baloncesto, ni puedo calcular las que he estado en El Potxi. Es algo más que un bar ya que es un lugar tan carismático como su propio dueño y eso es precisamente lo que tiene para ser un lugar único. Todo el que viene a El Potxi se conoce y como ocurre en el centro social, aquí no hay fronteras generacionales ya que todas las edades tienen su hueco y su espacio. Es una tasca de toda la vida y mantiene, por muchos años que pasen, ese carácter tan genuino que lo hace tan especial. Aquí te sientes como en casa y nadie es tratado como un extraño. Pensando en el futuro no me quiero ni imaginar qué pasará cuando un día Potxi se jubile. El hueco que dejará en el barrio será complicado de sustituir.