Así se prepara la Cofradía de la Virgen Blanca
En vísperas de las fiestas, Blanca Aguillo reflexiona sobre la preparación, la tradición y el compromiso de mantener viva la devoción a la Virgen Blanca en Vitoria
Mientras Aguillo, abadesa de la Cofradía de la Virgen Blanca, posa para las fotos que acompañan a este reportaje, un grupo de turistas acaba de entrar en su sede de la calle Zapatería. Al bullicio normal de una visita numerosa, se añade otro tipo de bullicio: el que tiene lugar en las salas de las plantas superiores. Son días de ultimar preparativos, de cerrar detalles para dejarlo todo preparado para las fiestas de la patrona de Vitoria. Y, ahora, casi en vísperas, el trajín es evidente.
Para Aguillo serán sus primeras fiestas como abadesa, pero su vinculación con la fiesta y la devoción es de toda la vida. «Siempre la he vivido intensamente. Ahora me toca representar a la cofradía y a la junta». Reconoce sentir «ilusión y nervios» en su estreno, consciente de que muchos ojos estarán puestos en ella tras la etapa de Ricardo Sáez de Heredia.
Organizar la parte litúrgica de las fiestas no es cuestión de improvisación. La Cofradía cuenta con un grupo de cofrades que se dedican a mantener y coordinar todos los actos previstos. Durante todo el año, la Cofradía organiza diversos actos religiosos (Candelas, la fiesta de las Blancas, Zuriñes, Nieves y Edurnes, por ejemplo) y gestiona el Museo de los Faroles, que abre por las mañanas. «El trabajo que hacemos es continuo,» explica Aguillo. Hay que mantenerlo todo en condiciones. «Si un farol falla, los colaboradores del taller se encargan de repararlo enseguida». Y, a medida que se acerca la Blanca, la preparación se intensifica.
Nuestra base es la devoción a la Virgen Blanca. Las fiestas son actos sociales y de diversión, sí, pero también religiosos.
Para las fiestas, los actos se multiplican: las novenas, los auroros, la procesión de los faroles, la misa de los celedones, la de los enfermos, veteranos... Son muchos actos en los que la Cofradía colabora u organiza con distintos colectivos. Y cada acto tiene un tiempo de organización distinto con unas necesidades específicas. «Tenemos que coordinar los actos religiosos con la Diócesis, con el Ayuntamiento los permisos para las procesiones, poda de árboles..., hay que organizar a los cofrades, y a toda la gente y colectivos que participan», explica. Para la procesión de los faroles, por ejemplo, se espera hasta varios días antes del acto para citar a los cofrades. «Eso sí, el día 4 nos centramos en las Vísperas en la Iglesia de San Miguel y en que todos los elementos procesionales estén listos y bien organizados para la Procesión de los Faroles».
Unos cofrades que alcanzan ya las tres mil personas. «Nos gustaría ser más y que entre gente joven,» admite. Unos llegan por devoción, otros porque es requisito para participar en la procesión. Pero hay otro detalle importante, las personas que quieran portar los faroles deben tener cierta fortaleza física. ¿La razón? Los faroles más pequeños pesan tres kilos y los más grandes, catorce. «Hay que aguantar tiempo llevando el farol».
El Gremio de Cereros de Vitoria fue el que transmitió esa devoción a la Cofradía allá por 1613. Ahora, con más de 400 años de historia, se consideran custodios de la devoción a la Virgen Blanca y con la responsabilidad de seguir con esa labor y proteger ese legado para generaciones futuras. «Participas por devoción y amor a nuestra Patrona la Virgen Blanca. Las fiestas son actos sociales y de diversión, pero también religiosos. Nuestra base es la Virgen Blanca. Defendemos esa raíz y queremos hacer partícipe a la gente. La diversión no está reñida con la fe».
Preguntada por el acto que más le conmueve, Aguillo no duda: el Rosario de la Aurora. «Acompañar a la Virgen por las calles del viejo Gasteiz es especial. La primera vez éramos pocos y la misa se celebraba en San Miguel. Fue creciendo hasta hacerse en la plaza porque ya no cabíamos. Para mi es un sentimiento muy, muy importante. Luego, además, tengo, entre comillas, la responsabilidad o la suerte de llamarme Blanca también. Como vitoriana es lo más ».
Mirando hacia adelante, Aguillo tiene claro el mayor reto de la Cofradía: asegurar su continuidad. «Ahora mismo tenemos muchos cofrades mayores. Queremos que cuando fallezca un abuelo o una abuela, los hijos o los nietos sigan con la tradición». Porque más allá de mantener en pie la historia y los faroles, su misión es transmitir la devoción a la Virgen Blanca a las nuevas generaciones para que siga viva muchos años más.
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