En la tamborrada infantil de esta tarde de San Prudencio por las calles del centro de Vitoria no faltaron los gestos de admiración. Y es que las caras de sorpresa entre sus pequeños participantes no fueron pocas cuando a las cinco y diez de la tarde Los Regüeveros, la pareja de titanes de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Vitoria que representa a los portavoces de los pueblos ante los políticos, hicieron su aparecieron.
“Es la primera vez en la historia que participamos. No estaba anunciando así que nos pidieron que no avisáramos de ello”, explicaba a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Ioseba Martínez de Guereñu que ayer se encargó de mover a ‘La Regüevera’.
En total, en ese momento, seis miembros de esta peculiar Comparsa participaron en ella. “Les vamos a mover tres por cada gigante, cuando en fiestas de La Blanca lo hacemos dos, para hacerlo más liviano y porque hace también calor”, aclaraba.
“Para que no os perdáis”
“Vamos detrás de los gigantes para que no os perdáis”, aclaraban a la decena de cocineros, los más pequeñitos de todos los participantes de la tamborrada y que se encargaban de abrir el desfile, desde la organización.

La misma que pedía a “padres, abuelos y demás” que “se echaran a un lado” porque desde las cinco y veinte de la tarde llegaba el momento de que los peques volaran solos y demostraran lo mucho que han ensayado.
“¡Dale, hijo, dale ahí! ¡Ay, qué bonito!”, exclamaba una de las viandantes nada más ver a los que iban en la vanguardia de este ejército seguido por cantineras, aguadoras, majorettes, barriles y tambores.
Tambores
“Es el primer año que participo porque me apetecía y porque mi hermano Jairo, de 18 años, también salía a mi edad”, contaba Enzo, de 10 años, uno de esos tambores, que fue retratado para la posteridad desde el teléfono móvil de su aita Miguel, ante la torre de Doña Ochanda.
Igualmente, Martín, de 7 años, y Lincy, de 11 años, quisieron ser tambores. “Siempre veían la tamborrada, les parecía muy bonita y querían participar”, precisaba su ama, Vivian.
Los ensayos en el Iradier no les han costado, pero había “mucho eco”. “Venían con dolor de codo”, aclaraba Vivian. Señal también de lo mucho que se esforzaban.
‘Majorettes’ y cantineras
En cambio, Naia, de 12 años, y Alaia de “12 para 13 años” decidieron participar como majorettes, y en el caso de la segunda, era repetidora.
“Pero aunque sea su segundo año, los ensayos son obligatorios para todos”, matizaba Marlene, madre de Naia, que acudió también con Ariane, su hija mayor.
En el caso de Nahikari, optó por ser cantinera, siguiendo la estela de la hija de una amiga de su madre Andrea, que ahora está en la tamborrada de adultos.
Y al final del recorrido, en plena plaza de la Provincia, otra sorpresa mayúscula: ya que, en plena diskodantza, participaron dos cabezudos, para terror de los txikis.