La atención psicológica está en una “situación preocupante” en Álava, tal y como advierte el vicedecano del Colegio Oficial de Psicólogos (COP) de este territorio, José Antonio Pérez Suárez, puesto que los “recursos de salud mental, tanto públicos como privados están cada vez más saturados por la alta demanda, situación que ha empeorado de forma muy significativa desde la pandemia del covid-19”. Lo que ha hecho que “si antes ya estaba saturada, ahora está desbordada, tanto en la pública como en la privada”.

Como concreta, “estamos hablando de un mes o más” para acceder a una primera consulta con un psicólogo o psiquiatra en el sistema público de salud, “siendo la provincia de Álava la que acumula más demora, frente a Gipuzkoa o Bizkaia”.

En la privada

Respecto a la privada, sería muy variable el tiempo de espera, dependiendo de la especialización o ámbito de actuación de cada profesional, “pero podríamos encontrarnos con una demora de entre dos o tres semanas para acceder a una primera consulta en psicología hasta ocho meses, dependiendo del profesional. Es decir, en la salud mental privada nos está costando ya asumir tantísima demanda, con listas de espera nunca vistas anteriormente”.

Por eso, muchos profesionales en la privada “estamos francamente preocupados por no poder dar cobertura a la alta demanda de intervención que nos llega. No estamos reduciendo los tiempos de consulta a los pacientes con los que ya trabajamos, porque eso supondría darles un peor servicio, ni tampoco estamos distanciando mucho la frecuencia de consultas, por lo que tenemos que recurrir a las listas de espera, que se van ampliando cada vez más desde los últimos años”.

El terremoto de la pandemia

Preguntado por la razón de este colapso, Pérez Suárez responde que si nos planteamos como metáfora que la pandemia ha sido como un terremoto que ha afectado a toda la población, “los edificios que ya estaban en peor estado o que tenían algunas grietas han acabado colapsando. Muchos han resistido, pero otros no. Y para asumir está situación, el sistema no estaba preparado para sostener y cuidar de su población. Si ya antes de la pandemia había déficit de psicólogos/as, ahora la situación es más urgente todavía”.

Atender a tiempo

El tiempo, además, es clave entre la solicitud de una cita y la primera consulta. “Las consecuencias, de no hacerlo a tiempo, son que los síntomas por los que se demandaba una primera intervención se agravan de forma considerable si no son tratados rápida y adecuadamente, y esto supone que cuando comienza la intervención, ésta se hace más compleja y extensa en el tiempo, aparte de incrementarse el riesgo de suicidio en algunos casos más complejos”, argumenta.

Suicidios, fármacos...

A su juicio, otro tema “muy preocupante” también son los índices de suicidio, que en Euskadi están alrededor de los 170 fallecimientos por año, en torno al 14% en Álava, “y se han incrementado las tasas de suicidio en población infanto-juvenil. Pero debemos pensar que por cada suicidio consumado, lo intentan diez personas. Es también preocupante que España está entre los países del mundo con mayor consumo de ansiolíticos y antidepresivos, cuando en muchas patologías las guías clínicas recomiendan como terapia de primera elección la Psicoterapia”.

El vicedecano del COP se remite a un estudio que ha realizado el Consejo General de la Psicología, “que refleja con evidencia empírica que la atención temprana en problemas emocionales por parte de psicólogos/as en Atención Primaria no sólo es beneficiosa para pacientes y especialistas, sino que además es rentable”.

Una mujer sentada en la sala de espera del Centro de Salud Mental, imagen ajena a este testimonio. Iñaki Porto

Tomar conciencia

Lo bueno es que la población ha ido tomando conciencia de la importancia de la salud mental, normalizándose cada vez más acudir a un profesional, por lo que la demanda ha ido aumentando.

Lo malo es que “esto no ha ido acompañado de una inversión proporcional en el incremento de personal en las redes de salud mental a nivel público. Y junto con la pandemia, se ha dado también una pandemia en la salud mental, pues no estábamos preparados para ello porque no había unos recursos suficientes, y los pocos que había se han desbordado”, censura.

Respecto a si se hace un cribado previo para saber a qué pacientes atender antes, precisa que en la red pública de salud es el médico de familia quien hace el cribado, y deriva a Salud Mental.

“Tras la derivación, llega el cribado de Enfermería, y ya luego se accede a Psiquiatría o Psicología, que están desbordados. Al no existir en Euskadi por el momento la figura del psicólogo en Atención Primaria, hay que pasar por varios cribados, lo cual genera el agravamiento de los síntomas, o que los pacientes recurran a la privada, que se acaba saturando”.

¿Qué hay que hacer para revertir la situación?

Para mejorar la situación, cree que hace falta un incremento “muy notable” de plazas PIR, “que solo han sido 14 para todo el País Vasco en 2024, más plazas de psicología en Centros de Salud Mental, y la implementación urgente de psicólogos en Atención Primaria. Estamos hablando de que solo hay unos seis psicólogos en el sistema público por cada 100.000 habitantes, cuando la media europea está en 18, más de 100 en Finlandia y más de 40 en Alemania”.